Juan Murillo Miro
Periodista y publicista guayaquileño nacido el 24 de noviembre de 1846, hijo del Sr. Manuel Ignacio Murillo Pérez y de la Sra. Juana Miró González de los Ríos.
Sus primeras enseñanzas las recibió de labios de su madre, posteriormente viajó a estudiar en Europa y finalmente, en 1881 volvió a Guayaquil e ingresó al Colegio San Vicente del Guayas (hoy Vicente Rocafuerte) donde se graduó de Bachiller en Filosofía.
Desde temprana edad empezó a trabajar en la «Imprenta Murillo» que pertenecía a su familia, y desde esa época, influenciado por su padre que fue el primer editor e impresor de Guayaquil, y que había publicado el primer periódico de la ciudad, al que llamó «El Patriota de Guayaquil», empezó a desarrollar su vocación por el periodismo y la publicidad.
A la muerte de su padre, ocurrida el 17 de enero de 1884, en el reparto de la herencia le correspondió la «Imprenta Murillo», con la que el 16 de febrero de ese mismo año imprimió el primer número del diario «El Telégrafo», que nació liberal y combatió al gobierno del Dr. José María Plácido Caamaño. Dos años más tarde las oficinas del diario fueron convertidas en centro de conspiración contra el gobierno, razón por la cual fue perseguido y tomado prisionero; pero gracias a la fianza otorgada por su amigo el Sr. Félix Luque Plata, pudo salir de la prisión y viajar con destino a Chile.
Durante varios años permaneció en Valparaíso desempeñando diversas actividades periodísticas, lo que le permitió, en 1894, ser uno de los primeros en denunciar el asunto de la Venta de la Bandera. Al año siguiente, con el triunfo de la Revolución Liberal pudo por fin, luego de once años de ostracismo, regresar a Guayaquil donde de inmediato se reintegró a sus actividades periodísticas para poder, el 14 de octubre de 1896, reabrir las puertas de El Telégrafo y reanudar su publicación.
En 1897 fue elegido Consejero Municipal de Guayaquil; en 1898 presidió el «Comité Cubano» que trabajó por la independencia de la Gran Antilla; y finalmente, en 1899 fue llamado por su amigo el presidente Alfaro para hacerse cargo de la Escuela de Artes y Oficios de la Capital. Por esa época vendió sus acciones de El Telégrafo a don José Abel Castillo, y se radicó definitivamente en Quito.
Al año siguiente presidió una junta electoral en favor de la candidatura oficial del Gral. Leonidas Plaza Gutiérrez a la Presidencia de la República, y con Manuel J. Calle fundó el diario «El Quiteño» para sostener y respaldar dicha candidatura. Desgraciadamente su salud se había deteriorado gravemente, y murió en Quito el 15 de diciembre de 1900.
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