Sociedad Filantrópica del Guayas
La Sociedad Filantrópica del Guayas simboliza la generosidad y la solidaridad del pueblo guayaquileño en su lucha por redimir y asistir a los más necesitados. Fue esta, sin duda alguna, la madre munífica que con el pasar de los años daría a Guayaquil otras muchas instituciones, creadas –al igual que ella- para el beneficio de la colectividad.
Su historia se remonta al día miércoles 21 de noviembre de 1849. Ese venturoso día nació la Sociedad Filantrópica del Guayas, y nació con la humildad y la anónima discreción con que se hacen las grandes obras de caridad. Sus predecesoras o inspiradoras bien pudieron ser doña Baltazara Calderón de Rocafuerte, doña Josefa Anzoátegui o muchas otras generosas guayaquileñas, quienes donaron grandes fortunas para que sean destinadas exclusivamente a realizar obras de beneficencia.
Sus fundación se debe al entusiasmo de don Francisco Lecaro quien -con solo 19 años de edad- había traído de Lima los estatutos de una Sociedad que “le había gustado mucho” y, deseando establecer en nuestra ciudad una similar, había logrado persuadir a otros guayaquileños para que -consientes de la obligación que tienen los hombres de velar por los más necesitados- unieran sus capacidades y voluntades para lograr este noble y generoso objetivo.
Sus fundadores fueron sesenta y cuatro generosos ciudadanos, entre quienes surgen los nombres de don Sixto Juan Bernal, fundador del diarismo guayaquileño; del escritor Francisco de Paula Ycaza, de Juan María Martínez Coello, carpintero de oficio pero uno de los más respetados de la sociedad; del distinguido militar José María Vallejo, y del patriota y prócer del 9 de octubre de 1820, don José de Villamil.
Dichos fundadores, que pertenecían a diferentes clases sociales pero que estaban identificados e íntimamente unidos por un solo vínculo moral, organizaron la primera Junta Administrativa de la Sociedad, que fue presidida por don José María Martínez Coello.
Inicialmente –y durante siete u ocho años- la Sociedad hizo cede en del depósito de la Bomba Salamandra, situada entonces –antes de que se abra la calle Vélez- en el costado de la Iglesia de San Francisco; posteriormente lograron reunir los fondos necesarios para adquirir una “covacha” que existía en la esquina de 9 de Octubre y Chanduy (García Avilés), la que poco a poco fue reparada y acondicionada para servir de local definitivo.
Entre 1861 y 1874 la Sociedad Filantrópica del Guayas –por alguna razón desconocida- tuvo un período de letargo en el que no funcionó; pero en 1875 reinició sus actividades bajo la presidencia de don Manuel Demetrio San Pedro.
Se inició entonces una época de gran actividad y progreso, durante la cual tuvo como principales impulsadores de su actividad de distinguidos ciudadanos como don Alcides Destruge, que fue su Presidente en ocho ocasiones y durante ocho años; y don Francisco García Avilés, quien la presidió desde 1890 hasta 1926, haciendo que la Sociedad Filantrópica del Guayas alcance sus más altos objetivos, uno de ellos, la construcción del gran edificio de su cede principal, en la Av. 9 de Octubre que fue solemnemente inaugurado el domingo 4 de enero de 1891; obra que posteriormente sería ampliada con otras construcciones aledañas hacia la calle Chanduy. El 1 de julio de ese mismo año –con 29 alumnos- se inauguró en el mismo edificio la “Escuela de Artes y Oficios”, donde inicialmente se dictaron clases de ebanistería, dibujo lineal, música, telegrafía y tipografía.
En 1900, último año del siglo XIX, la Escuela de Artes y Oficios inauguró su Taller de Mecánica y el internado.
Años después, en el informe anual presentado en 1913 por su presidente don Francisco García Avilés, este honorable guayaquileño se expresó en los siguientes términos: “Esta Universidad Popular, como muy bien la llamó el ilustrado ecuatoriano y consocio nuestro Dr. César Borja, ha continuado en su afán de dar al pueblo la verdadera educación democrática basada en el trabajo, y es así como con la mayor satisfacción os doy cuenta de que en el año que ha expirado han recibido sus diplomas de Maestros, 22 ciudadanos más, útiles a sí mismos, a la sociedad y a la Patria. Son doctores de una Academia del Pueblo, que ennoblece y dignifica al proletariado con la muceta de una sana y conveniente educación. Han obtenido sus títulos 12 carpinteros, 3 mecánicos, 2 tipógrafos y 5 litógrafos...” (Historia de la Sociedad Filantrópica del Guayas, p. 105.- C. E. Rodríguez J.).
Para 1920 la Sociedad Filantrópica del Guayas había ampliado sus instalaciones y ocupaba casi toda la manzana comprendida entre las actuales calles 9 de Octubre, García Avilés, Vélez y Rumichaca; donde funcionaban no solo su Escuela de Artes y Oficios, sino, además, un taller de mecánica, uno de ebanistería, una capilla, un gimnasio y, lógicamente, una Escuela de Letras, en las que a sus más de 600 alumnos se les costeaba hasta sus libros y demás útiles escolares.
Para esa época la Sociedad Filantrópica del Guayas contaba, gracias al aporte generoso de sus socios y benefactores, de cómodas rentas que le permitieron realizar labores de Beneficencia Particular y Pública, como la que realizó socorriendo oportunamente a los habitantes pobres de las provincias del Azuay y del Cañar, azotadas por el hambre en 1893; la repatriación de algunos ecuatorianos que se encontraban desterrados en el Perú; y la asistencia que brindó a la Cruz Roja durante el conflicto fronterizo de 1910.
En 1907 y para impulsar el ahorro colectivo fue creada “La Filantrópica - Caja de Préstamos y Depósitos”, institución que con seriedad y prestigio ayudó a levantar el espíritu económico del pueblo guayaquileño, dándole seguridad y respaldo a sus ahorros.
Para 1940, la Sociedad Filantrópica del Guayas empeñó sus esfuerzos en la construcción de un edificio de mampostería que a la vez que cumpliera con las exigencias de las escuelas y talleres, produjera también algunas rentas para su mantenimiento. Fue así que se procedió a la elaboración de los respectivos planos, resolviéndose que el salón de actos fuese además una sala de espectáculos públicos, que también sirviera para proporcionar rentas a la sociedad. El Salón de Actos, con el nombre de Teatro 9 de Octubre, se inauguró en la noche del 11 de septiembre de 1941.
Finalmente, en 1948 se completó toda la edificación, que comprende todo el frente de la Av. 9 de Octubre, desde García Avilés hasta Rumichaca.
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