El Telégrafo
Periódico guayaquileño fundado por don Juan Murillo Miró, y cuyo primer número apareció el 16 de febrero de 1884.
Desde el primer día se identificó claramente con los principios e ideologías liberales, y a través de sus columnas se combatió duramente al gobierno progresista del Dr. José María Plácido Caamaño, razón por la cual éste ordenó su clausura el 3 de julio de 1886.
Después de permanecer en silencio durante 10 años, volvió a circular el 14 de octubre de 1896, luego del triunfo de laRevolución Liberal.
Poco tiempo después, don José Abel Castillo -que había sido su administrador- adquirió todas las acciones del periódico y se convirtió en su propietario.
Desde su fundación y luego de su apertura, contó entre sus redactores y colaboradores con importantes y notables periodistas y escritores, como Camilo Destruge, el Dr. Cesáreo Carrera Padrón, el Dr. José María Torres Mata y otros. Años más tarde cambió de propietario más de una vez, pero debido a las malas administraciones poco a poco se fue consumiendo hasta casi desaparecer.
También puedes leerEl UniversoA partir del 3 de julio de 1986, gracias a la acertada dirección de sus nuevos propietarios salió a circulación nuevamente y en poco tiempo logró captar la preferencia de los lectores y del público que busca una nueva y mejor alternativa en el campo de la información. Se convirtió así -tal cual lo había sido desde su inicio- en uno de los principales y más importantes periódicos del Ecuador. Lamentablemente, problemas posteriores llevaron nuevamente sus destinos hacia la incertidumbre, y para el año 2003 se debatía nuevamente entre la vida y la muerte.
Tal era su estado, que por el mes de abril del 2007 la Agencia de Garantía de Depósitos (AGD) ya pretendía apoderarse de él para convertirlo en un órgano oficial del Estado, situación que se cumplió el 7 de junio cuando, respaldados por un fuerte contingente policial, funcionarios de la AGD ingresaron a las instalaciones del diario, destituyeron al presidente de la Compañía El Telégrafo, Sr. Carlos Navarrete Castillo, y lo reemplazaron por diferentes funcionarios ajenos a Guayaquil y su historia, cambiando además a los miembros del directorio y principales ejecutivos.
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