Batalla de Tanizagua
Los últimos meses de 1820 habían sido fatales para los ejércitos independentistas: El 22 de noviembre las tropas guayaquileñas habían sido derrotadas en el primer combate de Huachi, y el 20 de diciembre los patriotas cuencanos que secundaban la revolución de octubre también habían sido vencidos en Verdeloma. Esta situación quiso ser aprovechada por los realistas que se prepararon para terminar con las fuerzas independentistas que ponían en peligro el dominio español en los pueblos del interior de la Real Audiencia de Quito, pues Guayaquil, libre desde la Revolución del 9 de Octubre de 1820, no había vuelto a caer en manos de los españoles.
Ante estas circunstancias y temerosos de un ataque realista sobre su ciudad, los patriotas guayaquileños prepararon una escasa fuerza militar compuesta por apenas 200 hombres, 50 de ellos a caballo, la misma que -puesta bajo el mando del Gral. Toribio Luzuriaga- marchó a proteger la ciudad de Babahoyo, punto obligado por el que los realistas debían pasar para poder llegar a Guayaquil.
Afortunadamente para los patriotas, los realistas, en vez de atacar y aprovechar la mala situación de las fuerzas independentistas, se replegaron hacia Riobamba, por lo que los guayaquileños, empeñados en su deseo de dar la libertad a toda la patria, iniciaron nuevamente -esta vez al mando del Cmdt. José García- la marcha hacia el interior.
Las tropas patriotas establecieron su cuartel general en Guanujo, donde lograron aumentar sus fuerzas a algo más de 600 hombres; pero sorpresivamente, el 26 de diciembre el mando de Guayaquil ordenó la concentración y el repliegue de todas las fuerzas, orden que fue conocida por el realista Francisco Javier Benavides, clérigo de Guaranda, quien inmediatamente comunicó dicha novedad al Cmdt. Miguel de la Piedra, jefe de las fuerzas españolas acantonadas en Latacunga y Guaranda, y juntos prepararon una emboscada.
Entonces, siguiendo un plan acordado de antemano Piedra atacó a los patriotas frontalmente y luego simuló una retirada, por lo que García, ignorando la emboscada que le habían preparado, inició la persecución de su enemigo y cayó, precisamente, en el lugar en el que el cura Benavides, al mando del grueso de la fuerza militar, lo estaba esperando.
En ese fatal 3 de enero de 1821 los patriotas guayaquileños sufrieron una de las más sangrientas derrotas en las luchas por la independencia; murieron 410 hombres y 120 cayeron prisioneros.
El propio Cmdt. García fue tomado prisionero y cobardemente fusilado sin fórmula de juicio. Inmediatamente su cadáver fue decapitado y su cabeza -como símbolo de lo que pasaría a los patriotas- fue enviada a Quito donde el Gral. Melchor Aymerich dispuso que sea exhibida en una jaula de hierro colocada en el puente del Machángara, como un escarmiento para quienes luchen en contra del dominio español.
Con las derrotas de Huachi y Tanizagua fracasaron los primeros intentos guayaquileños para independizar definitivamente toda la patria.
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