Batalla de Iñaquito
Desde los primeros años de la conquista, el divisionismo y los afanes de grandeza de los españoles propiciaron varios enfrentamientos entre ellos mismos, que generalmente terminaron en sangrientas batallas o feroces asesinatos. Uno de ellos comenzó en 1544, cuando una sublevación de encomenderos, secundada por el pueblo, los cabildos y el clero, nombró a Gonzalo Pizarro como Jefe y Capitán General, y lo incitaron a proclamar la emancipación y el desconocimiento de la autoridad del Rey de España y sus funcionarios.
Es posible que el propio Pizarro haya influido y encauzado estas reacciones, y en medio del entusiasmo delirante de los pueblos, inclusive del de Quito, asumió poderes absolutos y de inmediato organizó un buen número de hombres armados para la formación del ejército rebelde.
Al poco tiempo ya había obtenido importantes victorias frente a las fuerzas leales a la Corona Española, y el 8 de julio de 1545, con el asentimiento de cabildantes, frailes, soldados y vecinos, hizo su entrada triunfal en Quito.
A principios del año siguiente, cumpliendo órdenes de España llegó a Quito el Virrey Blasco Núñez de Vela -acompañado de un fuerte contingente militar- con el propósito de acabar con la insurrección, pero a los pocos días, contando con el respaldo de todo el pueblo levantado en armas, y ejerciendo papeles autónomos y democráticos frente a la monarquía española, sus representantes y sus leyes, Pizarro marchó con sus fuerzas y enfrentó a las del Virrey.
El 18 de enero de 1546 se encontraron los dos ejércitos en los campos de Iñaquito, y Núñez de Vela, impaciente por iniciar la contienda, “dio la orden de acometer; el combate comenzó entre las infanterías; luego cargó la caballería del Virrey que arrolló a la enemiga; rehecha esta, volvió a dar repetidas cargas, y como se hallaba en mejor estado, consiguió derrotar a la contraria. Con esta gran ventaja, obtenida por Pizarro, no le fue ya difícil derrotar también, ayudado por su caballería, a la infantería del Virrey.
Benalcázar había caído cubierto de heridas, lo mismo el Oidor Alvares; y había muerto el capitán Cabrera; sólo el Virrey quedaba combatiendo a la derecha. Había cumplido su palabra de romper la primera lanza, y fue el último en dejar de combatir. Herido gravemente, rodeado de enemigos, cayó al fin, casi exánime, a un golpe de hacha...”
(Aguirre Abad.- Bosquejo Histórico de la República del Ecuador, p. 115).
“La lucha se desenlazó en la misma ciudad de Quito; en el llano de Inak-Quito, o Iñaquito, Quito superior, según González Suárez, el verde ejido del norte, que es hoy el barrio residencial de la capital ecuatoriana.
Después de la batalla, Blasco Núñez de Vela fue decapitado por un negro esclavo del capitán Suárez de Carvajal, frente a la Alameda, en el sitio donde arde la ofrenda votiva de la Esquina de la Virgen, en el atardecer del día 18 de enero de 1546. Gonzalo Pizarro asistió luego a sus exequias vestido de luto”
(L. Benítez Vinueza.- Ecuador: Drama y Paradoja, p. 142).
Este acontecimiento, que bien podría ser considerado como el primer intento de independencia, tuvo muy corta duración, pues poco tiempo después el gobierno español envió al “Pacificador” Don Pedro de la Gasca, que finalmente pudo restablecer el orden en esta parte convulsionada de Las Indias.
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