Imperio de los Incas
¿Constituye realmente un imperio, un pueblo tan primitivo que en 1492, cuando Colón llegó a América, aún no conocía la existencia de la rueda, que fue inventada más de 2.000 años antes de Cristo, y menos aún la escritura…?
La palabra Inca deriva del vocablo Inga, que en la lengua Maorí de Oceanía significa “Guerreros”. Pedro Cieza de León, en la primera parte de su Crónica del Perú dice:“…se llamaron Ingas cuyo nombre quiere decir o significa reyes o grandes señores”.
El Imperio de los Incas o Tahuantinsuyo fue fundado en el siglo XII por una tribu de lengua Quichua procedente de las regiones del lago Titicaca, entre Perú y Bolivia. Al parecer, el Imperio fue creado por Manco Cápac y organizado posteriormente por Pachacútic Yupanqui, al que sucedieron, en su orden, Tupac-Yupanqui y Huayna-Capac, que lo engrandecieron con sus conquistas.
“Sus remotos orígenes están envueltos en el misterio y casi nada se sabe a ciencia cierta sobre su génesis. Se conoce, sí, que hablaban el quichua, lengua emparentada con el vecino aymará, y se presume que los idiomas quizá tuvieron un antecesor común. Parece, en todo caso, que el último foco de expansión, tanto de los incas como del quichua, estuvo en las márgenes del Apurímac y del Urubamba, dos ríos que bajan de los Andes a engrosar el Ucayali, afluente meridional del Amazonas” 9).
(Jorge Salvador Lara.- La Resistencia del Reino de Quito contra la Expansión Incaica; Historia del Ecuador, Salvat, tomo II, p. 12
En su época de mayor esplendor y grandeza su superficie alcanzó casi dos millones de Km2, y se extendía por los actuales territorios del Ecuador, Perú y Bolivia, y las regiones norte de Chile y andina de la Argentina. No se extendió hacia la costa de lo que hoy es Ecuador porque los aborígenes de estas regiones jamás permitieron ser dominados; ni hacia la selva oriental, porque tratándose de un pueblo eminentemente andino, el calor imperante en esas regiones se lo impidió.
Su población llegó a los diez millones de habitantes.
Según los Incas, el Tahuantinsuyo abarcaba las cuatro partes del mundo: el Chirchaisuyo, el norte; el Colasuyo, el sur; el Antisuyo, el este; y el Contisuyo, el oeste.
La capital del imperio tuvo como único asentamiento la ciudad de Cuzco, pero para consolidar la conquista de los pueblos pertenecientes a lo que hoy es el Ecuador, Tupac-Yupanqui hizo de Tomebamba (Cuenca) la más importante de la región.
El Imperio de los Incas era teocrático y autocrático, ya que estaba totalmente sometido a la voluntad del Inca soberano, a quien se lo consideraba un Dios hijo del Sol, cuyo reinado era hereditario, escogido por las elites, los orejones y generales, entre el mejor de sus hijos.
La base de su organización social estaba constituida por el Ayllu, especie de conjunto familiar o clan con un antepasado común, y estaba dividido en tres clases: la nobleza, el pueblo y los yanaconas o servidores de los grandes del imperio, que eran -según anota Cieza de León en su Crónica del Perú- “domésticos hereditarios o servidores perpetuos”.
“El gobierno de los Incas era despótico, y despótico del peor género, porque suponiéndose hijos de los dioses no reconocían otra ley que su capricho, el cual debía ser siempre acatado como una emanación de la divinidad. Adoraban los astros: el Sol era el Supremo Númen. Por doquiera erigían templos al Inti, o el Sol, y a Mama-Quilla o la Luna. Los cushipatas o sacerdotes, y las vírgenes o sacerdotisas, encerradas en una especie de monasterio, eran intérpretes de la voluntad suprema.
El Inca era el Sumo Pontífice, hijo del mismo Sol con todos los suyos. Para dilatar esta preclara raza érales lícito tomar cuantas mujeres y concubinas quisieran. Las primeras, esto es, las mujeres legítimas, debían ser de la misma familia, como hermanas o sobrinas o primas u otras parientas muy cercanas...”
(J. de Avendaño.- Imagen del Ecuador, p. 216).
Era un gobierno terriblemente gravoso pero que buscaba beneficiar al pueblo. Entre los incas no existía la propiedad privada y sus derechos estaban gravemente limitados; los ciudadanos no podían desempeñar ningún oficio, ni emprender ningún trabajo, ni cambiar de residencia ni de traje, ni escoger a sus mujeres con libertad.
No existía la facultad del libre albedrío, pero el sistema se preocupaba de evitar la ociosidad y la pobreza. A la ociosidad la combatían con la obligación de trabajar en las labores de sus casas, en la agricultura o en las grandes obras públicas; las medidas contra la pobreza eran tan acertadas que ningún individuo le faltaba ni alimento ni vestuario (1).
Su economía se basaba principalmente en la agricultura, y se dedicaron especialmente al cultivo de maíz, papa, coca, algodón y otros productos propios de las regiones que habitaron, para lo cual desarrollaron importantes técnicas de regadío y abonos para la tierra.
El arte de los Incas se destacó en la danza, la música, la poesía y la cerámica; y su arquitectura, aunque sencilla, fue muy sólida, lo que se demuestra en antiguas construcciones a ellos atribuidas que aún existen en el Perú, tales como Machu Pichu y Saqsaywaman (Obras que, particularmente, pongo en duda en lo que respecta a su autoría. ¿Cómo pudieron los Incas levantar estas magníficas edificaciones, si no conocían ni la rueda ni la polea, que son imprescindibles para mover y levantar grandes pesos?). Cosa similar pudo suceder con otras construcciones como las de Ingapirca en la provincia de Cañar, en nuestro país. Lo que si es indudable es que construyeron importantes caminos que aún atraviesan la cordillera de los Andes.
Después de haber alcanzado su máximo esplendor, el Imperio de los Incas llegó a su fin cuando los conquistadores españoles asesinaron al último Inca, Atahualpa, el 26 de julio de 1533.
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