Crnel. Jacinto Bejarano
Patriota y prócer de la independencia nacido en Guayaquil el 2 de septiembre de 1752, hijo del acaudalado ciudadano español don José Rodríguez de Bejarano y de la dama guayaquileña Manuela Lavayen y Santistevan.
Ya había completado su educación, cuando siguiendo la tradición de los jóvenes de su época sentó plaza de cadete en la Compañía de Infantería de Guayaquil, y a los 26 años intervino de manera muy destacada -luciendo ya el grado de Coronel-, en la vida social, política y militar de la ciudad.
Fue uno de los miembros más notables de la célebre sociedad Escuela de la Concordia que se fundó en Quito, y en 1797, poseedor de una gran fortuna, viajó a Europa llevando a su sobrino Vicente Rocafuerte, de sólo 14 años de edad, para que reciba educación en uno de los mejores colegios de Francia.
En París conoció e hizo amistad con el “Precursor” Francisco Miranda, e intervino en las negociaciones tendentes a lograr el apoyo de Inglaterra para la causa de la independencia hispanoamericana.
Posteriormente volvió a Guayaquil donde al poco tiempo se convirtió en una de las personalidades más importantes de la época.
También puedes leerBorrero Baca José MaríaEn los primeros días de febrero de 1816, “se produjo un acontecimiento extraordinario, que acaso hubiera podido adelantar la independencia de Guayaquil, con la expedición del comodoro Guillermo Brown, quien al servicio de la Junta de Buenos Aires, que deseaba extender la insurrección por toda América, se presentó frente a Guayaquil al mando de una escuadrilla compuesta de dos corbetas, un bergantín, y una goleta armadas en guerra”
(F. Huerta Rendón.- Historia del Ecuador, p. 175).
Convencidos de que se trataba de un nuevo ataque pirata, las autoridades españolas organizaron la defensa de la ciudad y gracias a ello, cuando el 10 de febrero Brown inició el bombardeo y ataque, los guayaquileños lograron rechazarlos y, nadando hasta las naves invasoras con la bayoneta entre los dientes, las abordaron y pasaron a cuchillo a la mayoría de la tripulación: Finalmente el almirante argentino se rindió y fue capturado. Poco tiempo después, al darse cuenta del gravísimo error cometido, exigieron a las autoridades españolas la libertad del prisionero.
Comprendiendo que había llegado la hora de empezar a luchar por la libertad, continuó sembrando en el corazón de los guayaquileños la semilla de la independencia, hasta que cuatro años más tarde -en la noche del 1 de octubre de 1820- se celebró en casa del Gral. Villamil la histórica cita a la que José de Antepara llamó “La Fragua de Vulcano”. Esa noche, los patriotas acordaron por unanimidad nombrarlo “Jefe de la Revolución”, pero se negó a aceptar dicha responsabilidad, pues contaba ya 68 años de edad y estaba bastante enfermo, consideró además que hubiera sido una humillación para él aceptar la dirección de un golpe revolucionario tan importante sin poder estar al frente del mismo.
Triunfante la Revolución del 9 de Octubre de 1820 y con la satisfacción de ver que la patria marchaba por los caminos de la libertad, don Jacinto Bejarano se retiró a la vida privada y murió poco tiempo después en su ciudad natal.
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