Alfredo Gangotena

Poeta lírico y simbolista nacido en Quito el 19 de abril de 1904, hijo del Sr. Carlos Gangotena Alvarez y de la Sra. Hortensia Fernández-Salvador Chiriboga.

Acababa de terminar sus primeros estudios cuando su padre murió repentinamente, por lo que en 1917 viajó con su madre a radicarse en París, Francia, donde continuó sus estudios en los liceos Michelet y Duvignon de Larnou, hasta obtener su bachillerato. Posteriormente ingresó en la Ecole de Mines, donde continuó estudios superiores hasta graduarse de Ingeniero de Minas.

Allí, en París, tuvo la oportunidad de juntarse con el chileno Vicente Huidobro, con el peruano César Vallejo y con su paisano, , con quienes formó parte de ese grupo de poetas latinoamericanos que vivieron en París y escribieron en fran­cés a principios del siglo XX.

Gangotena dominó el francés, tan extraordinariamente, que en 1922, cuando comenzó a publicar sus poe­mas en las revistas literarias más importantes de Francia, el pintor, escritor y poeta francés Max Jacob le escribió en los siguientes términos: «Usted ha tenido los dones del Espíritu Santo. Hace poco tiempo no sabía nada del francés y ahora ya quisieran muchos escritores de fama tener un uso tan mara­villoso como el suyo».

Regresó a Quito en 1926 y durante poco tiempo fue profesor de la Universidad Central. Dos años más tarde publicó, bajo el título de “Orogenie”, su primer volumen de versos en francés, que fue recibido con hostilidad y silencio en los medios literarios ecuatorianos; pero con aplauso y elogio por parte de poetas, escritores y filósofos franceses.

Jean Cocteau le escribiría entonces: “Tiene usted genio… sabe cuanto lo admiro… su Orogenie es una copa del cielo… sin la amistad de portas como usted, respiro mal… No diga a nadie nuestros proyectos de Gloria…”

Poco tiempo después, hastiado de la vida que llevaba en Quito, y desterrado por los círculos intelectuales y culturales que lo aislaron y rechazaron, volvió a París para reunirse con su madre y hermanos, y donde, entre los poetas franceses que reconocían su exquisito talento, se sentía como en su propia casa y podía desarrollar la mayor riqueza de su capacidad.

Fue entonces que, gracias a su extra­ña y oscura sensibilidad de artista,  pudo hacer amistad con varios de los más extraordinarios in­telectuales de esa época, como lo fueron Jean Cocteau, Max Jacob, Julles Superville y Henri Michaux.

Fruto de su inspiración, brotada bajo el influjo de Francia, son sus poemas “L’Homme de Truxillo”, “Poiere D’Angoisse” (Pera de Angustia), “Vaillée”, dedicado a Jean Cocteau, “B’Orage Secret” (La Tempestad Secreta), “Ansense”, poemario con 12 composiciones en francés publicado en 1932 y dos en español; “Chistóforus”, “Nuit”, este último publicado en 1938; etc.

Posteriormente volvió a Quito, donde murió el 23 de diciembre de 1944.

(En castellano, la mayor y me­jor edición que se ha hecho so­bre el poeta es la publicada en 1956 por la Casa de la Cultura, bajo el título de «Poesía», que incluye toda la obra conocida del poeta quite­ño,  traducida por Fileteo Samaniego y Gonzalo Escudero.

La edición de 1992, elabora­da por Libri Mundi y prologa­da por el crítico francés Claude Couffon, recoge el renombrado poema «Tempestad Secreta». “Uno de los pocos reconoci­mientos que han tenido lugar en el país es la nueva antología preparada por Iván Carvajal, que Libri Mundi está a punto de lanzar en colaboración con «Visor» de España”

(El Comercio, Quito,  junio 25 del 2004).