Ayllus

Fueron comunidades de parientes por consanguinidad que tenían estructura social, política y económica propia. Constituyeron unidades sociales y geográficas que fueron la base organizativa de los pueblos andinos antes de que se fundara el Imperio de los Incas.

Inicialmente fueron nómadas que viajaban sólidamente constituidos sin desintegrarse, enfrentando monolíticamente las vicisitudes de la naturaleza, los éxodos y las guerras; pero posteriormente se hicieron sedentarios y ocuparon extensas zonas de tierras laborables con regadío propio, esto es, un río o una fuente natural de agua.

Entre los Ayllus no existía la propiedad agraria individual, pero se reconocían los derechos y la exclusividad del dominio territorial de cada comunidad o Ayllu.

Generalmente, en el Ayllu mandaba, como autoridad civil, el tronco del linaje o el más viejo, aunque también existieron algunos casos de matriarcado, especialmente en los núcleos sociales de la costa.

Los Ayllus poderosos llegaron a ejercer su dominio militar sobre los más débiles y constituyeron núcleos aristocráticos como los Atis y los Jachos de Panzaleo; los Condorazo, de Puruhá; los Quilangos y Nazacotas, de Caranqui; y otros.

Cuando el Ayllu alcanzaba gran crecimiento poblacional, para poder administrarse mejor se subdividía y formaba las tribus. Estas, debido a su crecimiento, ocuparon grandes extensiones territoriales y formaron las naciones.

En la sierra, mejor organizadas y formadas de un origen, lengua, costumbres y tradiciones comunes, estas adquirieron relativa importancia formando comunidades y naciones que crecieron y se fueron haciendo poderosas en base a acuerdos matrimoniales entre sus caciques o a alianzas de conveniencia militar. Surgieron así confederaciones como la Cañari, compuesta por las tribus asentadas en las zonas aledañas a los ríos Paute, Azogues, Gualaceo y Yunguilla; la Caranqui, formada por Otavalos, Cayambis, Peruchos, Cochasquíes y Pimampiros; y otras como la Quitu-Panzaleo y la Puruhá-Tiquizambi, que agruparon a muchas tribus aguerridas.

El objetivo de estas confederaciones no era guerrero, pero sí se preparaban para la defensa de sus territorios y sociedad; en todo caso, cada una de las naciones que conformaban las confederaciones mantuvieron, de manera independiente, su autonomía social, económica y religiosa.

“Estas naciones estaban integradas por tres clases sociales: La superior, que la conformaban los caciques y curacas; la media integrada por los militares y los miembros de la burocracia; y la baja, constituida por los trabajadores del campo, los transportistas, comerciantes y encargados del servicio doméstico.

Con excepción de las mujeres aristocráticas, que llegaban a desempeñar cargos de cacicas o jefas, las demás se encargaban de la labranza de la tierra y el arreglo de la ropa y la casa”

(L. García González.- Resumen de Geografía, Historia y Cívica; tomo I, p. 164).