Combate Naval de Jambelí 25 de julio 1941【Resumen】

Como consecuencia del traicionero ataque peruano a nuestras fronteras en el año 1941, el Ecuador se vio en la necesidad de enviar refuerzos militares para fortalecer y defender el territorio nacional, por lo que en la noche del 24 de julio, el cañonero “Calderón” zarpó desde Guayaquil custodiando un convoy de tres motonaves con destino a Puerto Bolívar, en la provincia de El Oro, adonde arribó a las 6 a.m. del día siguiente.

El desembarco del pequeño contingente militar y escaso material bélico duró aproximadamente hasta las 10 a.m., y veinticinco minutos más tarde sonó la alarma anunciando una incursión aérea enemiga. En efecto, una escuadrilla de aviones peruanos volando a baja altura se aprestaba a atacar las instalaciones portuarias y el “Calderón”, acoderado en los muelles, se ofrecía como una presa demasiado fácil.

Consciente del grave peligro que lo amenazaba, el Teniente de Fragata Rafael Morán Valverde -comandante de la nave-, dio la orden de salir del puerto para tener mejor área de maniobras y poder evitar los posibles daños que la aviación peruana podría ocasionar al puerto y a la población civil.

Luego de rechazar el ataque aéreo, a las 11:15 a.m. el vigía del “Calderón” avistó a una distancia aproximada de 6 millas, un buque desconocido que se acercaba a gran velocidad. Se trataba del buque insignia de la armada peruana, crucero “Almirante Villar”, que escoltado por el crucero “Grau” y el destructor “Teniente Rodríguez” se aprestaba a bloquear el golfo de Guayaquil.

Al descubrir al buque ecuatoriano, el “Almirante Villar” trató de cortar camino, y vomitando fuego por todas las bocas de su pesada artillería avanzó a toda marcha e inició el desigual combate: El pequeño “David” enfrentando al gigante “Goliat”. Pero no fue el tamaño ni el poder de fuego de los contrincantes lo que definió la batalla: Fue el valor, la decisión y el coraje. Y mientras la fuerza era de los peruanos, la razón y el valor fue de los ecuatorianos.

La batalla, que se inició a las 11:20 a.m., sólo duró dieciséis minutos; los peruanos no lograron ningún impacto, en cambio los ecuatorianos impactaron certeramente con sus cañones y ametralladoras, obligando a que el “Almirante Villar” -malherido- huya como hiena con el rabo entre las piernas, remolcado por el “Grau” y el “Teniente Rodríguez” que lo llevaron hasta su madriguera en el puerto del Callao.

Al poco rato el “Calderón” fue atacado nuevamente, esta vez por la aviación peruana, que entre maldiciones pretendió vengar la derrota y la vergüenza de su escuadra naval, pero no lo consiguió, y el pequeño “Calderón”, el comandante Rafael Morán Valverde y toda la tripulación, entraron heroicamente a la inmortalidad.