Confederación Caranqui
Antigua confederación indígena que estuvo formada por los Otavalos, Cayambes, Peruchos, Cochasquíes y Pimampiros.
La razón de la confederación fue solamente de carácter defensivo, y cada tribu guardó su total autonomía social, económica y religiosa.
“El señorío étnico de los Caranquis se extendía por el norte, hasta el río Chota, donde se iniciaba el territorio poblado por los Pastos; hacia el oeste, incluía los pueblos de Lita y Quilca; hacia el este los de Chapi y Pimampiro; por el sur llegaba hasta la actual población de San Antonio de Ibarra. El núcleo central de este cacicazgo estaba localizado cerca del pueblo de Caranqui, al sureste del lago de Yaguarcocha”
(L. Benítez y A. Garcés.- Culturas Ecuatorianas, p. 98).
Los descubrimientos arqueológicos realizados en la región demuestran que el país Caranqui estaba en condiciones de organizar y movilizar una poderosa fuerza de trabajo basada en principios jerárquicos permanentes, solo así fue posible establecer una producción agrícola capaz de alimentar a todo su pueblo, aprovechando inclusive tierras de difícil productividad a las que acondicionaban construyendo camellones y terrazas para el cultivo, y canales para facilitar su regadío. En el sub-páramo, a partir de los 3.000 m mantenían las sementeras de papas, maíz, quinua y melloco; en los valles templados –entre los 2.000 y 3.000 m.) se concentraban en el cultivo del maíz, el zambo, el fréjol y el choclo; y los valles ubicados por debajo de los 2.000 m, en las cuencas de los ríos, los dedicaban al cultivo del algodón, el ají, la coca y otros productos de climas calientes.
Pero no solo fue la agricultura la base de su alimentación, pues en las regiones paramales -a partir de los 3.600 metros sobre el nivel del mar- se dedicaron a la cacería de animales.
Su organización social se basó inicialmente en los vínculos familiares. Cada familia o linaje constituía un Ayllu que se establecía en un territorio propio para producir sus recursos. Fue así que surgieron tres poderosos señoríos: Caranquis, Otavalos y Cayambis, los mimos que alcanzaron un desarrollo superior que les permitió ejercer una marcada hegemonía sobre otros de menor importancia. Estos tres señoríos mantuvieron alianzas y acuerdos políticos en base a lo cual fortalecieron su poderío, manteniendo eso si cada uno su autonomía.
Por 1487 la confederación fue dominada por el Inca Huayna-Cápac, pero la pasividad demostrada exteriormente por ellos era sólo una máscara para ocultar la rebeldía de su corazón, que se negaba a ser subyugado. Una noche, mientras el Inca y sus orejones descansaban plácidamente entregados al ocio y al festín, fueron asaltados impetuosamente por los Caranquis quienes ocasionaron una terrible mortandad, poniendo en peligro inclusive la vida del mismo Inca.
“Esta acción lo irritó tanto, que, repuesto de la sorpresa y asegurado que los agresores eran solamente de aquella nación (entonces una de las más numerosas) y que igualmente se hallaban irritadas las otras naciones por la perfidia de aquella, se resolvió al más horrendo y memorable castigo. Desaparecieron las sublevadas tropas antes del día, retirándose a sus países, creyendo no haber sido conocidas o imaginándose capaces de hacer en ellos una vigorosa defensa.
Marchó ese mismo día el Inca con todo su ejército a aquella infeliz provincia cercana y confinante, donde pasó a degüello a todos los hombres capaces de coger armas, sin que pudiese escapar ninguno… Aseguran los más que fueron 40 mil, otros que fueron 30 mil; y los que menos siguiendo a Cieza de León sólo se extienden a 20 mil. Los cadáveres arrojados al inmediato lago a la capital Caranqui, tiñeron de tal modo sus aguas, que desde entonces quedaron con el nombre de Yaguarcocha…”
(Juan de Velasco.- La Historia Antigua, tomo I, p. 58).