Cultura Machalilla
Su datación corresponde a un periodo comprendido entre los años 1.500 y 1.000 a.C. Geográficamente ocupó territorios de la actual provincia de Manabí y el norte de la provincia de Santa Elena, con importantes contactos en el sur de la región interandina como el caso de Narrío, en la provincia del Cañar, Cotocollao en Pichincha, en el interior de las cuevas de los Tayos y junto a los ríos Upano y Santiago, en la región oriental.
Emilio Estrada y Julio Viteri Gamboa la descubrieron en 1958 y la interpretaron como una prolongación de Valdivia, intermedia con Chorrera, sin embargo se la prefiere considerar como una cultura con su propio desarrollo autónomo dentro del período Formativo Medio.
Indudablemente tiene vinculaciones muy cercanas con las culturas Valdivia y Chorrera, no solamente por la situación geográfica en donde estuvo asentada, sino por su ubicación dentro del tiempo, por las similares características de sus viviendas, y porque sus hombres, al igual que en otras culturas de la costa, mostraban deformaciones artificiales -aunque posiblemente no siempre intencionales- del cráneo.
En efecto, por evidencias presentes en dos esqueletos que fueron encontrados en 1962 por los arqueólogos norteamericanos Meggers y Evans, se ha podido conocer la práctica de la deformación del cráneo en un sentido fronto-vértico-occipital. Esta manipulación de la forma del cráneo se la practicaba cuando el individuo estaba con vida y con toda seguridad desde sus primeros años.
Se ha podido comprobar que Machalilla mantuvo una importante relación con otras culturas y pueblos lejanos como los de México Occidental, pues se han encontrado vasijas similares a las de esta cultura en el actual estado de Colima, donde habitaba la cultura Capacha, hace aproximadamente 1.500 años a.C.
También su influencia fue notable en la costa peruana entre los años 700 y 800 a.C., llegando a inferirse que existió un intercambio de rasgos culturales entre Tutischainyo y Machalilla. Inclusive, el desarrollo de estudios posteriores permitió aseverar a Donald Lathrap que Machalilla estuvo presente en el desarrollo de las culturas “Chavinoides” del Marañón.
Su alimentación se basó -al igual que en Valdivia- principalmente en la agricultura y en el aprovechamiento de los recursos marinos, para lo cual utilizaban, redes para la pesca en la orilla y anzuelos hechos de madreperla para las aguas profundas.
En la cerámica Machalilla se dan interesantes innovaciones tipológicas como la aparición de los recipientes antropomorfos que, sin perder su funcionalidad original, adquieren las sugerentes formas humanas en las que el alfarero captó su propia imagen o la de su grupo social.
Se han identificado hasta 23 formas de recipientes con sus correspondientes variantes, formas que se pueden agrupar en los siguientes tipos: cuencos, ollas, platos, botellas con pico alto y cilíndrico, botellas con asa de estribo. La pasta de la cerámica es más fina que la de la Valdivia con un elaborado acabado exterior constituido por un engobe rojo. Existen además piezas en las que se utilizó la técnica del quemado del fuego reducido, con poca entrada de aire y que produce la cerámica con superficies negras, en algunos casos decoradas con líneas grabadas post-cocción.
Algunas figurillas tienen un rostro redondo con una nariz prominente y aguileña. Se nota además la presencia de ojos “granos de café” constituidos por una bolita de barro con una incisión horizontal.
Las viviendas Machalilla -de las que existen evidencias en Salango- tenían forma rectangular y se levantaban sobre pilotes. Como una innovación en cuanto a costumbres funerarias se refiere, los “machalillas” enterraban a sus deudos en el interior de sus viviendas.