Diego de Robles
Escultor y decorador nacido en la segunda mitad del siglo XVI en Toledo, España, hijo de Antonio de Robles y María Núñez de Ayala.
Afincado en Quito desde los primeros años de su asentamiento definitivo, su vida artística salió a la luz el 27 de junio de 1586, fecha en que firmó un contrato con la Cofradía de la Vera Cruz, comprometiéndose a trabajar un crucifijo. Ya por esa época se había unido a Luis de Rivera con quien creó obras de gran valor y belleza, como las vírgenes del Quinche y Guápulo, o el grupo llamado «El Bautismo de Cristo», de la iglesia de San Francisco, de Quito.
Fue un escultor profundamente piadoso que “tuvo la dicha de presenciar el éxito sobrehumano que alcanzaron las imágenes que salieron de sus manos” (Fray José María Vargas.- Arte religioso Ecuatoriano, p. 98).
Cuando otorgó su testamento -el 9 de marzo de 1594- dejó diez pesos a la Cofradía de los Naturales establecida en La Compañía, para purgar cualquier agravio que hubiera podido causar a los indios. Quiso morir en el Hospital y pidió ser enterrado en la Iglesia de San Francisco.