Dr. Francisco José Falquez Ampuero
Poeta y escritor guayaquileño nacido el 17 de abril de 1877, hijo del Sr. Francisco Falquez Velásquez y de la Sra. Rosamira Ampuero Lara.
Todos sus estudios los realizó en su ciudad natal: La primaria en la escuela de la Sociedad Filantrópica del Guayas, la secundaria en el Colegio San Vicente del Guayas, donde en 1895 se graduó de Bachiller; y finalmente ingresó a la Universidad de Guayaquil, donde en 1903 obtuvo el título de Doctor en Jurisprudencia.
Desde temprana edad empezó a expresar sus primeras manifestaciones literarias, fue así como, en 1894, junto a varios compañeros de aula fundó la «Sociedad Amante de la Ciencia», que empezó a editar un pequeño semanario titulado «El Pensamiento», que sólo pudo ser publicado hasta su cuarto número debido a la situación política que agitaba en esa época a todo el país, cuando a raíz del escándalo de la «Venta de la Bandera», todos los partidos políticos se dedicaron a combatir al gobierno del Dr. Luis Cordero.
Su rica y extensa producción literaria abarca el relato, el verso y el periodismo, y publicó varias obras entre las que se destacan el monólogo para teatro, en verso «Sola»; y el esbozo de comedia «Amor y Sacrificio», publicados en 1904; «Lujos de Pobres» (1908), y «Los Humildes» (1909). Posteriormente publicó su primer poemario al que tituló «Rondeles Indígenas y Mármoles Lavados» (1913), al que siguieron obras como «Sintiendo la Batalla», «Otoñada» y «Poema de la Sangre»; pero no fue sino hasta la aparición de «Gobelinos» (1919), que a juicio de muchos podría ser su mejor obra, que logró el aplauso de los críticos y literatos de la época.
Refiriéndose a él, el Dr. Carlos Alberto Arroyo del Río, uno de los más puros y clásicos oradores de la lengua castellana en el Ecuador, dijo: «….tiene usted la rotundidad en el concepto, pulcritud en la expresión, agilidad en la forma, armonía en la rima….».
Con motivo de celebrarse el primer centenario de la Revolución del 9 de Octubre de 1820 escribió su «Himno Gigante», que fue recibido con el aplauso de los círculos literarios no sólo de Guayaquil, sino de todo el Ecuador.
Dos años más tarde participó en los movimientos que culminaron con la sangrienta Revolución del 15 de Noviembre de 1922, motivo por el cual el gobierno del Dr. José Luis Tamayo ordenó su destierro a Lima (Perú), donde permaneció hasta 1923 en que pudo volver a Guayaquil. Intervino entonces en la Fiesta de la Lira de Cuenca, donde obtuvo la «Violeta de Oro».
Posteriormente y continuando con su exquisita producción poética, publicó «Telas Aureas», «Hojas de Acanto» y «Cajas de Cromos».
El 20 de julio de 1930, un Comité Especial organizado por el diario La Prensa, y presidido por don Luis Vernaza, le tributó un solemne y merecido homenaje, y en brillante y apoteósico acto que tuvo lugar en el antiguo teatro Olmedo de Guayaquil, la Srta. Mercedes Wagner, Reina de los Universitarios, colocó en las sienes del «Altísimo Poeta» una «Corona de Laureles de Oro».
Brilló no sólo en el campo de las letras, pues también lo hizo sirviendo a la patria desde diferentes cargos públicos: Fue Gobernador de la provincia de León (hoy Cotopaxi); Subsecretario de Relaciones Exteriores, en 1908, y Cónsul del Ecuador en Amberes, Bélgica, en 1909, durante el segundo gobierno del Gral. Eloy Alfaro; Secretario del Tribunal de Cuentas, en 1925; Miembro de Número del Centro de Estudios Literarios de la Universidad de Guayaquil, en 1935; Ministro Fiscal de la Corte Superior de Justicia de Guayaquil, en 1944; etc.
Murió en Guayaquil, a los 70 años de edad, el 23 de marzo de 1947.