Crespo Toral Dr. Remigio
Poeta, escritor y jurisconsulto nacido en la ciudad de Cuenca el 4 de agosto de 1860, hijo del Dr. Manuel Crespo Patiño y de la Sra. Mercedes Toral Sánchez de la Flor.
Sus primeras enseñanzas las recibió de labios de su madre, luego de lo cual, a los doce años de edad ingresó en el Colegio Seminario donde sobresalió por su dedicación, disciplina y compañerismo. Por esa época, el padre Julio Matovelle lo llamó -en 1875- para integrar el «Liceo de la Juventud».
En 1878 ingresó a la Universidad de Cuenca y al año siguiente publicó sus primeras composiciones: «En la Muerte de Grau» y «La Sombra de Colón», que aparecieron en el periódico «Los Andes», de Guayaquil. Ese mismo año, junto al padre Matovelle, el Dr. Alberto Muñoz Vernaza y otros destacados intelectuales cuencanos, fundó la «Academia de Derecho Público».
Posteriormente, al mismo tiempo que asistía a la universidad continuó desarrollando su obra poética que fue muy aplaudida por la crítica literaria; en 1883 ganó el primer premio «Palma de Oro» con su composición «Ultimos Pensamientos de Bolívar», presentada en Quito con motivo de celebrarse el Primer Centenario del Nacimiento del Libertador. Finalmente, en 1886 obtuvo el título de Doctor en Jurisprudencia.
En 1917, el ilustre vate azuayo llegó a la cima poética cuando publicó su inigualable obra «Leyenda de Hernán»; y el 4 de noviembre de ese mismo año, la ciudad de Cuenca y el Ecuador entero vibraron al celebrarse un acontecimiento apoteósico, cuando el Dr. Rafael María Arízaga colocó en las sienes del ilustre bardo, la Corona de Laureles de Oro que proclamó al mundo la grandiosidad de su obra.
«El Ocaso de un Genio», «Plegarias», «Leyendas de Arte», «Los Idilios de la Muerte», «Mi Poema», «Los Voluntarios de la Patria», «Genios», y otras composiciones del poeta, no hacen más que confirmar su extraordinaria sensibilidad e inspiración.
En su vida pública desempeñó importantes cargos: Fue Director de Estudios del Azuay; Senador y Diputado al Congreso Nacional, al que con su presencia le dio brillo y honorabilidad; Rector de la Universidad de Cuenca; Concejal y Presidente del Concejo Municipal de Cuenca; Miembro del Tribunal Internacional de La Haya; y fue llamado como consultor en los casos de conflictos internacionales.
«Fue un hombre en el exacto sentido de ese vocablo, pues su principal anhelo le impulsó diariamente a un continuo bregar, primero por su propia superación espiritual, y, luego, porque los valores positivos, altos, permanentes del pensamiento y de la acción, sean los que rijan su ciudad y su patria toda» (Lucio Salazar Tamariz. – Una Comarca y sus Destellos, p. 153).
Perteneció a varias instituciones de carácter cultural: Fue Miembro Correspondiente de la Academia de la Lengua; Presidente del Centro de Estudios Históricos de Cuenca y socio de las Academias de Historia de Quito y Cuenca.
El ilustre poeta ecuatoriano murió en su ciudad natal, el 8 de julio de 1939.