El Inga
Este sitio debe su nombre de a una hacienda y a un río ubicados en el flanco noreste del volcán Ilaló, al sureste de Quito, donde se descubrieron abundantes vestigios de talla de obsidiana y basalto que fueron la razón de intensas investigaciones arqueológicas. Este lugar fue habitado aproximadamente por el año 10.000 a.C.
Su descubrimiento ocurrió en 1961, cuando el científico norteamericano Robert E.Bell inició excavaciones arqueológicas en ese sitio. Posteriormente se realizaron importantes investigaciones que estuvieron a cargo de científicos nacionales y extranjeros como Junius Bird, Emilio Bonifaz, María Angélica Carluci, William Mayers-Oakes y Ernesto Salazar.
En el sector del Inga no se han encontrado restos óseos de ni de primitivos habitantes, ni de los animales que pudieran haber servido para su alimentación, lo que hace suponer que nunca existió asentamiento humano alguno, y que solo era sitio de paso para la recolección la elaboración de instrumentos.
El único material con que cuentan los investigadores para interpretar este complejo arqueológico son diferentes piezas talladas en obsidiana y basalto como cuchillos, puntas de lanza, perforadores, etc.; pero no cuentan con elementos científicos para hacer afirmar que el hombre de El Inga fuera “contemporáneo de la megafauna, que al final de la última glaciación podría haber sobrevivido en nichos ecológicos por un tiempo” (Los Primeros hombres del Ecuador.- Museo Antropológico del Banco Central, Guayaquil, 1981).