Faro de Santa Clara
Desde su asentamiento definitivo, en 1538, Guayaquil se convirtió en uno de los principales puertos de la costa del oeste del Pacífico, y hasta ella llegaban procedentes de todas las latitudes, diferentes embarcaciones que desarrollaban y beneficiaban la actividad comercial no solo de la ciudad sino de la Audiencia de Quito.
En los primeros años de la República, la actividad aumentó portuaria aumentó de manera considerable, al tiempo que también aumentaba el tamaño y el calado de las naves que acoderaban el en puerto, al que solo podían arribar durante el día.
Fue por eso que, con el fin de mejorar la navegación que llegaba hasta Guayaquil, Rocafuerte mentalizó la construcción de un faro que debía servir como guía a los buques que entraban en el puerto. Este debía estar emplazado en la Isla de Santa Clara, conocida también como Isla del Muerto por su curiosa formación orográfica.
Algunos historiadores cuentan que el 19 de noviembre de 1841 llegó a la isla el vapor “Guayas” liderando un convoy de balsas sobre las cuales iban desarmados en partes, tanto el edificio del faro como el armazón de la linterna.
Luego de construido el edificio y para inaugurarlo, se fijó en su fachada una placa de cobre que decía: “En esta Isla de Santa Clara, a las 12 del día 25 de noviembre de 1841 se colocó por los señores comisionados capitán Jorge Peacock, Segundo Superintendente de la Compañía de Navegación para vapores en el Pacífico, y Diego Girdón, este faro para aviso y resguardo de navegantes. El señor Vicente Rocafuerte, actual Gobernador de la Provincia de Guayaquil, fundó tan importante obra, manifestando su gran interés por la seguridad del comercio y prosperidad de la industria”.