Gral. Alberto Enriquez Gallo
Militar nacido en la ciudad de Latacunga el 24 de julio de 1895, hijo del Sr. Luis Cornelio Enríquez y de la Sra. Carmen Gallo Almeida.
Al amparo de las renovaciones políticas y sociales que se dieron como consecuencia de la Revolución Liberal, inició sus primeros estudios en la Escuela de los Hermanos Cristianos, y luego pasó a continuar la secundaria en el Colegio Vicente León; pero en 1910, llevado por su vocación militar, abandonó el colegio cuando las fuerzas peruanas intentaron invadir nuestro suelo patrio, y pese a su corta edad logró ser aceptado como «tambor» del Batallón Pichincha.
Al terminar la movilización se licenció con el grado de Cabo Segundo, y volvió a su casa de sus padres que lo enviaron a continuar la secundaria en el Colegio Mejía, de Quito.
En diciembre de 1911, cuando debido al desgobierno que se produjo luego de la muerte del presidente Sr. Emilio Estrada, estallaron en Guayaquil, Manabí y Esmeraldas varios movimientos revolucionarios encabezados por los generales Pedro J. Montero y Flavio Alfaro, nuevamente abandonó el colegio para enrolarse como Cabo Primero en el ejército del Gral. Leonidas Plaza Gutiérrez. Intervino entonces, bajo las órdenes del Gral. Julio Andrade, en la sangrienta batalla de Huigra, que fue fatal para las fuerzas alfaristas.
Al concluir la campaña militar y luego de la vergonzosa traición cometida en contra del Gral. Eloy Alfaro y sus tenientes, que concluyó en Quito con el Asesinato de los Héroes Liberales, fue licenciado con el grado de Sargento Primero y volvió a Quito donde, entre 1912 y 1913, siguió un intensivo curso en la Escuela de Aplicación para Militares Jóvenes, hasta obtener el grado de Subteniente, iniciando así una brillante carrera que lo llevó a ocupar los más altos grados en el escalafón militar.
En 1925 tuvo importante participación en la Revolución Juliana que culminó con el derrocamiento del gobierno del presidente Dr. Gonzalo S. Córdova, y posteriormente, en agosto de 1932 participó también en la Guerra de los Cuatro Días, que se produjo cuando el Sr. Neptalí Bonifaz, luego de ser elegido legalmente como Presidente de la República, fue descalificado por el Congreso e impedido de ejercer dicho cargo.
Convertido en el hombre fuerte del gobierno interino del Dr. Alberto Guerrero Martínez, su intervención fue determinante para que el Dr. Juan de Dios Martínez Mera triunfe en las elecciones presidenciales de 1932. Por esa época, su poder militar y político aumentó de tal manera, que en 1935, luego de que el Dr. Velasco Ibarra se «precipitara sobre las bayonetas», presionó para que el Dr. Antonio Pons, Encargado del Poder, presente ante el ejército la renuncia a sus funciones.
Entonces y para aprovechar el momento político que atravesaba el país, ejerció toda su influencia con el fin de que el poder le sea entregado a su padrino de bautizo el Ing. Federico Páez, quien lo ascendió al grado de General y lo nombró Ministro de Defensa.
En 1937, al instalarse en Quito la Asamblea Nacional Constituyente descubrió que el Ing. Páez estaba maniobrando hábilmente para que dicha asamblea lo elija Presidente Constitucional por cuatro años. Esto no le agradó y el 22 de octubre de ese mismo año, contando con el total respaldo del ejército, disolvió la Asamblea Constituyente y se proclamó dictador.
Tuvo entonces el buen tino de seleccionar adecuadamente a sus colaboradores, e inició con su gobierno un período de paz y progreso que fue muy beneficioso para el país. Expidió leyes y decretos de gran importancia como el Código del Trabajo, la Ley de Asistencia Social, la Ley de Matrimonio Civil y el Código de Menores. Dio además amplias garantías a los perseguidos políticos e impulsó la creación del Museo y del Archivo Nacional.
Era un hombre obstinado, pero no tanto que no se dejara impresionar por las razones alegadas en su contra, cuando éstas eran de peso. Defendía ardientemente sus propuestas aferrándose tenazmente a sus razones, pero -al mismo tiempo- estaba dispuesto a dejarse ganar por las razones de otro cuando éstas estaban sólidamente sustentadas. Seguía discutiendo, pero, para sus adentros, ante los argumentos contrarios se sentía impresionado y convencido.
«El general Enríquez, durante su breve administración -de octubre de 1937 aagosto de 1938- dio pruebas de mayor capacidad civilista que el civil Federico Páez. Evidentemente, Enríquez no se desempeñó como un estadista de experiencia, pues no la tenía. Pero su gran intuición y magnífica voluntad le hicieron gobernar bien y con anhelos de progreso. Tuvo algunos consejeros sagaces. Y aunque por la inexperiencia y la brevedad de su tránsito por el poder cometió errores, el balance le es, no hay duda, favorable»
(Alfredo Pareja Diezcanseco.- Ecuador: Historia de la República, tomo III, p. 83).
Consciente de que la única misión de los militares es la defensa de la patria y la Constitución, y de que el país debía retornar rápidamente al régimen democrático, a mediados de 1938 convocó a una nueva Asamblea Constituyente, y el 10 de agosto, ante dicha asamblea entregó el poder de la República.
Permaneció entonces retirado a la vida privada durante diez años, hasta que en mayo de 1948 el Partido Socialista lanzó su candidatura a la Presidencia de la República, en binomio con el Dr. Carlos Cueva Tamariz, pero ésta sólo recibió el débil respaldo de las fuerzas de izquierda y fue ampliamente derrotado por el candidato derechista del Movimiento Cívico, Sr. Galo Plaza Lasso.
Nuevamente se mantuvo alejado de la política durante varios años, pero en 1956, al ser elegido Senador por la provincia de Cotopaxi, volvió a la Cámara Alta a la que asistió hasta 1960.
El Gral. Alberto Enríquez Gallo, que fue ejemplo para la clase castrense, murió en la ciudad de Quito el 13 de julio de 1962.