Gral. Francisco Robles
Militar y político nacido en Guayaquil el 5 de mayo de 1811, hijo de don Tadeo Lupercio de Robles Pacheco y de doña Manuela García y Coronel.
Era muy niño aún cuando la Revolución del 9 de Octubre de 1820 proclamó la independencia de Guayaquil, pero desde esa época ya había empezado a manifestar su vocación militar, por lo que, luego de terminar sus estudios primarios, ingresó a la Escuela Náutica dirigida por el Gral. Juan Illingworth, en la que se distinguió por su empeño y las singulares aptitudes que le caracterizaban.
Cinco años más tarde fue designado a «La Guayaquileña», en la que junto a José María Urbina, Luis de Tola y otros patriotas guayaquileños, bajo las órdenes de Tomás Carlos Wright tuvo valerosa participación en el Combate Naval de Malpelo, el 30 de agosto de 1828, durante la guerra Perú-Gran Colombia.
Instaurada la República del Ecuador, en 1833 ya se había empezado a distinguir política y militarmente por lo que, temeroso de que pueda ser un obstáculo a su gestión administrativa, el Gral. Flores ordenó su destierro; pero éste no se cumplió por haberse iniciado la revolución que, acaudillada por Mena, proclamó al Dr. Vicente Rocafuerte como Jefe Supremo de Guayaquil.
Al estallar en Guayaquil la Revolución Marcista de 1845, al mando del vapor de guerra «Guayas», respaldó desde la ría los combates sostenidos el 2 de mayo en contra de las fuerzas del Gral. Flores que se había hecho fuerte en su hacienda «La Elvira».
A partir de 1849, luciendo el grado de Coronel respaldó al Gral. Urbina en todos sus actos militares, y su participación fue determinante en el pronunciamiento de Guayaquil que el 17 de julio de 1851 proclamó a Urbina como Jefe Supremo de la República. Al año siguiente, luego de que la Convención reunida en Guayaquil eligió al Gral. Urbina como Presidente Constitucional, fue nombrado por este para el cargo de Ministro de Guerra.
Así, durante los cuatro años de gobierno urbinista fue preparando su camino político y acrecentando su influencia en el ejército hasta que, auspiciado y respaldado por el Gral. Urbina, que terminaba su gobierno, el 16 de octubre de 1856 se convirtió en el nuevo Presidente Constitucional del Ecuador; habiendo sido el primer gobernante que fue elegido por Asambleas Provinciales, de acuerdo a la Constitución de 1852.
Lo primero que hizo -el mismo año de su posesión- fue extender el plan de estudios emprendido por don Vicente Rocafuerte, y establecer las enseñanzas de Física y Química en el Colegio de Latacunga. El 30 de octubre de 1857 dispuso las acciones necesarias para continuar con el programa iniciado por Urbina con el propósito de abolir la contribución indígena en el Ecuador, y ese mismo año autorizó el Contrato Ycaza-Pritchett, por medio del cual pretendió cancelar los bonos de la deuda inglesa con tierras baldías del oriente y de ciertas regiones occidentales de Esmeraldas, Guayas y Los Ríos.
Como consecuencia de la firma de dicho contrato, sus opositores reaccionaron de manera violenta mistificando y exagerando los aspectos del mismo. «Ya no se hablaba sino de negociación ruinosa y antipatriótica, de peculados, de venta de los ricos territorios nacionales de oriente y de occidente, de inminentes peligros internacionales, etc., etc…
Tanto gritaron los oposicionistas que el Perú lo oyó; se armó y colocó en el acto unos 15.000 soldados perfectamente equipados en la región de Túmbez. Luego, el Presidente, Gral. Ramón Castilla, en persona vino con una escuadra al golfo de Guayaquil, para reclamar, ya no sólo por los desaires y supuestas ofensas diplomáticas al Ministro Juan Celestino Cavero, sino también por esas concesiones ecuatorianas de tierras baldías en la región de Canelos»
(O. E. Reyes.- Breve Historia General del Ecuador, tomo II, p. 116).
En efecto, el 26 de octubre el Gral. Ramón Castilla había expedido un decreto por medio del cual disponía que “Todos los puertos, bahías, caletas y desembarcaderos de la República del Ecuador… serán bloqueados por fuerzas navales de la Marina del Perú… “ En base a este decreto, a finales de 1858 la escuadra peruana se presentó en el golfo de Guayaquil y bloqueó las comunicaciones y el tráfico marítimo del Ecuador. Con esta acción la armada peruana demostraba su efectividad y valentía, pues el Ecuador no tenía armada con que repeler su presencia. Había estallado la guerra.
El 3 de enero de 1859, ciento cincuenta “heroicos y valerosos” soldados peruanos desembarcaron en Puná y atacaron a la indefensa población. Fue una cruel masacre cometida contra ancianos, mujeres y niños indefensos. Las violaciones y los asesinatos se cometieron por doquier. No había quien detenga a las bestias.
La situación cada día era más difícil y peligrosa, y en vista de ello, el 12 de enero de 1859, desde Riobamba -donde había instalado su gobierno- el presidente decretó el traslado del Gobierno a Guayaquil, generando un cisma político en la ciudad de Quito, que vio como un insulto el que Robles intente salvar al país utilizando -como primera medida- el traslado de la capital a la ciudad que los peruanos querían tomar y que él debía defender. Dos ministros renunciaron negándose a aceptar el cambio de cede -provisional- de la capital, y el Municipio de Quito, con fecha 15 de enero, protestó airadamente contra el decreto, publicando una hoja suelta en la que denunciaba que se estaba atentando contra el “Honor Nacional”. No importaba el bloqueo naval impuesto por el Perú en toda nuestra costa… No importaba el asesinato de inocentes civiles…No importaba que Guayaquil caiga en manos de los peruanos, con tal de que la capital no se mueva de Quito.
Robles asumió entonces su doble papel de Presidente y General de la República; y conjugando estas dos dignidades, se trasladó a Guayaquil para defenderla desde el mismo sitio del peligro, situación que fue aprovechada en Quito por sus detractores políticos quienes declararon que la invasión peruana era una mentira de los urbinistas. “El 1ro. de mayo de 1859 en Quito, una “Junta de Notables” desconoció al gobierno de Robles acusándole de haber violado la Constitución y nombró un Gobierno Provisorio… Estas ridículas reuniones, o mejor dicho, conciliábulos políticos se auto calificaban «notables» para hacer lo que les viniere en gana. A quien no era partidario del complot en marcha simplemente no se le consideraba «notable», o dejaba de serlo automáticamente…”
(Carlos de la Torre Reyes.- Piedrahita: Un Emigrado de su Tiempo, p. 130).
Así las cosas, mientras la presencia peruana humillaba la dignidad nacional, los omnipotentes “notables de Quito” decidieron entregar el poder que carecían a un Triunvirato o Gobierno Provisorio integrado por Gabriel García Moreno, Jerónimo Carrión y Pacífico Chiriboga.
Ante esta situación, el Gral. Urbina acudió en ayuda de su compañero de armas y amigo, y luego de controlar la situación en la costa marchó a la sierra con grandes posibilidades de éxito. Pero el presidente Robles fue traicionado por el Gral. Guillermo Franco, Comandante General del Distrito del Guayas, quien aprovechándose de esta situación de total anarquía, se tomó el poder y se proclamó Jefe Supremo de Guayaquil, el 17 de septiembre de 1859. Robles fue hecho prisionero y el 20 de septiembre desterrado a Chile, desde donde tiempo después se trasladó al Perú para fijar su residencia.
Durante el tiempo que permaneció en el Perú no permaneció inactivo, y de acuerdo con Urbina, luego de comprometer a todos los desterrados por García Moreno organizó una expedición que en junio de 1865 intentó tomarse la ciudad de Guayaquil.
«El 26 del mismo mes de junio, García Moreno que tuvo oportuno aviso de la presencia de los expedicionarios en Jambelí, tomó de propia autoridad el vapor inglés «Talca», y armándolo en guerra, salió en él personalmente a encontrarlo, y los sorprendió, efectivamente, en el punto nombrado, los venció y fusiló acto continuo a 36 de los prisioneros tomados…
Fracasada esa expedición, el Gral. Robles se conservó en el Perú durante todo el tiempo que permaneció García Moreno en el Poder; esto es, hasta después del 6 de agosto de 1875, día en que el Presidente cayó sin vida, bajo los terribles golpes del machete de Rayo, después de haber dominado la República a su antojo, por espacio de quince años»
(Camilo Destruge.- Album Biográfico Ecuatoriano, tomo II, p, 12).
De regreso al país participó en la revolución que el 8 de septiembre de 1876 estalló en Guayaquil en contra del gobierno del Dr. Antonio Borrero; fue entonces nombrado Comandante General de la Primera División de Operaciones, y el 14 de septiembre intervino en los triunfos de Galte y Los Molinos, con los que se puso fin a dicho gobierno.
Posteriormente y luego de desempeñar diferentes cargos públicos de gran importancia, se retiró a la vida privada hasta que la muerte lo sorprendió, en Guayaquil, el 11 de marzo de 1893.
A pesar de la agitada política que vivió el país durante su administración y de las arduas fatigas producto de la situación internacional con el Perú, el presidente Robles logró realizar importantes obras, especialmente en el campo de la educación. En Loja fundó el Colegio «La Unión», en Cuenca el «Benigno Malo» y en Ambato el «Bolívar; promovió la construcción de varias obras marítimas y dio mayor impulso a la navegación fluvial en el litoral.