Gral. Isidoro Barriga
Prócer y patriota de la independencia nacido en Bogotá, Colombia, en el año 1803.
Desde los 16 años de edad sirvió con decisión y coraje a la causa de la independencia. En 1821 asistió con el grado de Teniente a la Batalla de Carabobo, en Venezuela, y posteriormente, con el grado de Capitán, a casi todas las batallas por la independencia hasta culminar en Junín y Ayacucho, donde en el mismo campo de batalla y en premio a su valor y bizarría, fue ascendido al grado de Teniente Coronel.
Más tarde, bajo las órdenes de Sucre luchó en la campaña de treinta días que tuvo su feliz epílogo en la gloriosa batalla de Tarqui el 27 de febrero de 1829, y donde nuevamente demostró su arrojo y valor, por lo cual recibió las insignias de Coronel.
Al terminar las luchas por la independencia, y en reconocimiento a su valor y a los servicios prestados en favor de la misma, había recibido ya la “Estrella de los Libertadores de Venezuela”, las medallas de “Ayacucho” y “Tarqui”, los Escudos de “Carabobo” y “Junín”, y el “Busto del Libertador”.
En 1830, al instaurarse la República del Ecuador la adoptó como su propia patria y se puso inmediatamente a su servicio desempeñando el cargo de Jefe de Estado Mayor General. Poco tiempo después, el 7 de octubre de ese mismo año el Congreso de la República lo ascendió al grado de General de Brigada, premiando, de alguna manera, su larga y dedicada vida al servicio de la libertad y la patria.
Por ese tiempo recayeron sobre él algunas sospechas que insinuaban su participación en el Asesinato del Gral. Antonio José de Sucre, lo que se vio agravado debido al hecho de que poco tiempo más tarde se casó con la Marquesa de Solanda, viuda del mariscal.
Al producirse la crisis política que en 1834 proclamó la Jefatura Suprema del Dr. Vicente Rocafuerte, en Guayaquil, el gobierno de Quito presidido por el Dr. José Félix Valdivieso lo puso al mando del ejército del interior, y en enero de 1835 participó en la sangrienta batalla de Miñarica, donde enfrentó y fue derrotado por las fuerzas revolucionarias del gobierno de Guayaquil, hábilmente conducidas por el experimentado Gral. Juan José Flores.
El triunfo fue de los insurgentes, pero “al general Barriga nunca se lo vio cobardear; animoso como era, conocía que el miedo no es para el soldado, aun más, que menguaba la dignidad del hombre bastardeándole el alma y haciéndole indigno de llamarse tal” (x), por eso, en cada momento de la batalla siempre estuvo en los lugares de mayor peligro, exponiendo su vida, que milagrosamente logró salvar cuando el Gral. Otamendi -mano derecha del Gral. Flores-, haciendo alarde de brutal salvajismo y de valor inusitado, desató toda su furia contra los soldados enemigos, acribillándolos cuando fueron vencidos.
El Gral. Isidoro Barriga: “Un Ecuatoriano ilustre y grande, tanto por sus virtudes como por su patriotismo y valor”, continuó sirviendo al Ecuador hasta el día de su muerte, ocurrida en Quito el 29 de mayo de 1850.