Ing. León Febres-Cordero Rivadeneira
Mecánico industrial y político guayaquileño nacido el 9 de marzo de 1931, hijo del Sr. Agustín Febres-Cordero Tyler y de la Sra. María Rivadeneira Aguirre.
Sus primeros estudios y parte de la secundaria los realizó en el Colegio Salesiano Cristóbal Colón de su ciudad natal, hasta que cumplió los 16 años de edad en que viajó a los EE.UU. de Norteamérica para completar su educación media en The Charlote Hall Military Academy y The Mecershing Academy, hasta graduarse de Bachiller con excelentes calificaciones. Posteriormente continuó sus estudios superiores en el Steven Institute of Technology, donde sobresalió como un buen estudiante y destacado deportista, y donde permaneció hasta el año 1953 en que la universidad el otorgó el título de Ingeniero Mecánico.
Volvió entonces a Guayaquil para iniciar su carrera profesional prestando sus servicios en las empresas e industrias más importantes, a las que con sus conocimientos y orientación impulsó hasta hacerlas lograr un gran desarrollo. Desde esa época y gracias a sus notables éxitos en el campo empresarial se empezó a proyectar como gran figura pública, lo que permitió que en 1966 fuera elegido Diputado Funcional por la Industria de la Costa a la Asamblea Constituyente, y dos años más tarde Senador por la Industria de la Costa al Congreso Nacional.
Defensor apasionado de la democracia, los derechos constitucionales y la libertad, en 1973 lideró un grupo de oposición al gobierno dictatorial del Gral. Guillermo Rodríguez Lara, por lo que éste ordenó su prisión y lo mantuvo detenido durante 93 días en la Penitenciaría del Litoral.
Su labor en el campo empresarial fue reconocida por todos los círculos industriales, y por tres períodos consecutivos fue elegido como Presidente de la Cámara de Industrias, desde 1974 hasta 1980.
En 1979 fue elegido una vez más a la Cámara Nacional de Representantes, donde se convirtió en el más fustigante opositor al gobierno del Dr. Osvaldo Hurtado Larrea. Inició entonces una serie de intervenciones para denunciar las irregularidades que se cometían durante dicho régimen, y en defensa de los intereses nacionales interpeló y logró la destitución o renuncia del Ministro de Gobierno, Dr. Carlos Feraud Blum; del Econ. Dávalos, gerente del Banco Central; y del Ministro de Recursos Naturales, Sr. Eduardo Ortega Gómez.
En agosto de 1983 fue designado candidato a la Presidencia de la República por el Partido Social Cristiano, y a pesar de que en la primera vuelta fue derrotado por el Dr. Rodrigo Borja -de la Izquierda Democrática-, continuó trabajando y explicando al país su plan de gobierno: Pudo así triunfar en la segunda y definitiva vuelta electoral, el 6 de mayo de 1984. De esta manera y acompañado en la vicepresidencia por el Dr. Blasco Peñaherrera Padilla, inició su mandato constitucional el 10 de agosto de 1984.
Desde el primer día de su gobierno los partidos de oposición, y todos aquellos a quienes había derrotado y desenmascarado, desataron una feroz y apasionada campaña destinada a dificultar su labor; pero su habilidad y personalidad política le permitieron sortear con tino todos los obstáculos y sacar al país adelante.
Durante los dos primeros años de su gobierno, y a pesar de las gravísimas dificultades económicas por las que atravesaba el país como consecuencia de las malas administraciones anteriores, gracias a la labor realizada por el Arq. Sixto Durán-Ballén -dentro del Banco de la Vivienda– logró llevar adelante un impresionante plan de vivienda popular a nivel nacional, que se vio complementado con un programa de alimentos para el pueblo. Logró así aplacar, de algún modo, las necesidades más importantes de los sectores marginados de la población.
1986 se inició con graves sucesos que amenazaron la paz y la estabilidad nacional. El 7 de marzo estalló en Quito una rebelión militar protagonizada por el general de aviación Frank Vargas Pazzos; dicho movimiento fue rechazado por el pueblo y las Fuerzas Armadas que respaldaron al gobierno constitucional, por lo que el general golpista tuvo que deponer su actitud y fue reducido a prisión.
A mediados de año, los precios internacionales del petróleo sufrieron una tremenda caída que redujo de manera sustancial los ingresos que por su exportación recibe el Ecuador, por lo que la economía del país recibió un gravísimo golpe. Esta situación se agravó aún más cuando su Ministro de Finanzas, Econ. Alberto Dahik, fue interpelado y censurado por un congreso de oposición que interpuso sus bajos intereses y odios partidistas por encima de los razonamientos del ministro en defensa de los intereses nacionales; así, el gobierno y el Ecuador perdieron a uno de sus mejores servidores.
Ese mismo año llevó a feliz término un programa de medicinas único en la historia del país: El programa «Megramé 5», por medio del cual se entregaron medicinas gratuitas a todos los niños menores de 5 años de edad; de esta manera se evitaron las enfermedades y epidemias y se redujo de manera notable la tasa de mortandad infantil.
A principios de 1987, negros nubarrones oscurecieron el panorama político ecuatoriano, cuando el viernes 16 de enero, en circunstancias en que asistía a una ceremonia castrense en la base aérea de Taura, un grupo de comandos de la F.A.E., traicionando los principios democráticos y la Constitución que habían jurado defender, en un acto sin precedentes en la historia del país, «secuestró» al Presidente de la República y lo obligó a firmar -bajo la amenaza de asesinarlo a él y a su comitiva- una serie de compromisos, entre ellos la libertad y amnistía del Gral. Vargas Pazzos, preso por insurrecto desde el año anterior.
Luego de sufrir vejaciones, golpes e insultos, y de permanecer secuestrado durante once horas, fue finalmente liberado -previa la libertad del Gral. Vargas- y de inmediato se trasladó a Guayaquil donde fue recibido con expresivas muestras de respaldo popular.
Si bien es cierto que el secuestro del presidente fue un hecho vergonzoso y atentatorio contra la vida constitucional de la República, más vergonzosa fue la actuación de los congresistas de la oposición que, bajo la presidencia del Dr. Andrés Vallejo, mientras el presidente permanecía secuestrado -en un acto de cobardía y bajeza-, en vez de defender el régimen de derecho intentaron su destitución.
Al poco tiempo el Ecuador sufrió los tremendos embates de la naturaleza: Primero fue un violento terremoto que sacudió la zona nororiental del país causando terribles daños a varias poblaciones y destruyendo un importante tramo del oleoducto trans-ecuatoriano, por lo que las exportaciones petroleras sufrieron un gran deterioro con gravísimas consecuencias económicas; luego, las fuertes lluvias que cayeron en el litoral y que produjeron el desbordamiento de varios ríos que inundaron importantes sectores agrícolas, especialmente de las provincias de Guayas y Los Ríos; finalmente, y también como consecuencia de la estación invernal, las lluvias produjeron un siniestro deslave que destruyó parte de la carretera Guayaquil-Cuenca, sepultando varios vehículos que circulaban por ella y causando gran cantidad de muertos.
De manera increíble, la oposición atacó nuevamente al gobierno culpándolo de ser el responsable de los problemas económicos surgidos como consecuencia de dichas desgracias. A pesar de todo, el presidente continuó trabajando y el país logró salir adelante.
El 23 de abril, por sobre la desesperada lucha de sus opositores y de los enemigos de Guayaquil, que intentaron impedir el desarrollo de la primera ciudad del Ecuador, firmó el contrato para la construcción de la “Vía Perimetral de Guayaquil”, que hoy integra a la ciudad extensas áreas urbanas y suburbanas que por falta de vías de comunicación permanecían marginadas.
Ante el crecimiento y el constante acoso delictivo del movimiento subversivo denominado “Alfaro Vive, Carajo”, a través de su Ministro de Gobierno, Lcdo. Luis Robles Plaza, inició un importante operativo policial y militar que culminó con la muerte -en acciones de armas- de los principales cabecillas de los comandos guerrilleros, aunque la policía también sufrió gran número de bajas y la muerte del comandante Galo Miño, uno de los más nobles y leales miembros de la institución policial; paradójicamente, la apasionada y poco patriótica oposición inició nuevos ataques contra el régimen acusándolo de atentar en contra de los derechos humanos.
Al iniciarse el nuevo proceso electoral para elegir al gobernante que lo sucedería en su mandato, brindó todas las facilidades y respaldo para garantizar que éste se realice de la manera más clara y democrática. A dicha contienda electoral se presentaron todos sus opositores y enemigos políticos, entre los que se encontraban el Gral. Vargas Pazzos, el Dr. Rodrigo Borja Cevallos y el Abg. Abdala Bucaram Ortiz, quien durante más de un año había permanecido en Panamá escapando de la justicia ecuatoriana que lo había acusado de varios negociados.
En la primera vuelta, celebrada el 31 de enero de 1988, los candidatos triunfadores fueron precisamente sus más encarnizados opositores, el Dr. Borja y el Ab. Bucaram, mientras que el tercer lugar le correspondió al candidato del partido de gobierno, Arq. Sixto Durán-Ballén; finalmente, en la segunda y definitiva vuelta electoral resultó triunfador el Dr. Borja Cevallos.
Así, habiendo cumplido con el encargo que le hizo el pueblo, su gobierno concluyó el 10 de agosto de 1988, luego de lo cual retornó a Guayaquil, donde una vez más, esta vez como ciudadano común, fue recibido multitudinariamente.
Posteriormente, durante todo el gobierno del Dr. Borja sufrió los embates del odio partidista y regionalista que lo acusó de todos los males que de una u otra manera sufría el Ecuador. Poco faltó para que lo acusaran de las lluvias, la sequía o los movimientos sísmicos, pero él prefirió mantenerse durante largo tiempo retirado de toda actividad proselitista, hasta los primeros meses de 1992 en que, obedeciendo a un llamado popular, aceptó su postulación como candidato a Alcalde de la ciudad de Guayaquil.
La respuesta fue casi unánime y, respaldando a su gestión como Presidente de la República y en apoteósica demostración de confianza, a pesar de las torvas y protervas acusaciones que le lanzaron, especialmente desde el gobierno sus enemigos y detractores -que son los de Guayaquil-, por mayoría abrumadora triunfóuna vez más en elecciones populares.
El 10 de agosto asumió la alcaldía y ese mismo día se inició la reconstrucción y el resurgimiento de Guayaquil, que empezó a vivir una transformación destinada a proyectarla hacia el futuro.
Primero fue la reestructuración moral del Municipio, que comenzó por la eliminación de más de 3.000 «pipones» que sin trabajar aparecían cada quincena para festinar los ingresos municipales cobrando por hacer nada; luego vino la remodelación del edificio y las oficinas municipales, que se cumplió al tiempo que se modernizaban los sistemas internos de trabajo, computarizando la mayoría de ellos para optimizar la eficiencia de los servicios y garantizar que los pagos de los impuestos se cumplan correctamente y que todos los dineros ingresen a las arcas municipales; actualizó el verdadero valor de los predios y observó que todos los guayaquileños, pobres y ricos, cumplan con sus obligaciones; finalmente, exigió y logró que el gobierno central entregue a la ciudad las asignaciones que le corresponden.
Pudo entonces empezar a cumplir con las metas de servir a la colectividad: por todas partes de la ciudad se empezaron a ver las obras municipales; calles intransitables que antes eran sartenejales y lodazales cambiaron su aspecto al ser reconstruidas desde sus bases con relleno sólido y pavimentadas con concreto; pasos a desnivel, puentes y distribuidores de tráfico se construyeron en sitios estratégicos para dar agilidad al movimiento vehicular; se inició el relleno y la construcción de calles y avenidas en los barrios más apartados; se acabó con la «dictadura» sindical de Aseo de Calles y se contrató con la empresa privada la recolección de basura y la limpieza de Guayaquil; reorganizó y modernizó el Museo y la Biblioteca Municipal; etc.
A principios de 1996, último año de su gestión como Alcalde, la ciudad había cambiado de aspecto y los guayaquileños, en multitudinaria manifestación le expresaron su deseo de que continúe en la alcaldía. Presentó entonces su candidatura a la reelección y en las elecciones celebradas el 19 de mayo, por votación nunca antes vista fue elegido para una segunda administración municipal.
Durante los cuatro años siguientes se repitió su extraordinaria labor y Guayaquil continuó con su crecimiento y desarrollo; a pesar de los problemas económicos logró cumplir con todos sus objetivos y, sobre todo, culminó los tramos principales de la obra más monumental que ha tenido Guayaquil en sus últimos cincuenta años: El Malecón.
Finalmente, a pesar de las insistentes peticiones de la ciudadanía le hizo para que se postule para un tercer período, consideró que ya había cumplido a cabalidad con la misión que se había impuesto, y el 10 de Agosto de 2000 culminaron ocho años de progreso y trabajo ordenado y serio, que fueron los que caracterizaron su administración.
Pero el “viejo león” -que no estaba dispuesto a irse a dormir sus en sus laureles- prometió continuar vigilante y activo en su actividad política, y así lo hizo a partir del 2002, cuando nuevamente fue elegido Diputado.
Para el 2006, varias afecciones a su salud lo obligaron a retirarse de la vida pública. Aparecieron entonces los valientes insultadores que, sabiendo que “el felino ya no quería rugir”, volcaron contra él todo el odio y las frustraciones reprimidas durante varios años de complejos e incapacidad.
Murió en su ciudad natal, Guayaquil, el 15 de diciembre del 2008