José Riofrío
Patriota y religioso nacido en Loja a fines del siglo XVIII.
Había sido ordenado sacerdote muy joven, el 6 de enero de 1787, y al poco tiempo fue enviado a cumplir labores misionales en la región de Mainas, en el oriente, donde permaneció por algunos años.
En 1808 fue designado párroco de Píntag. Por esa época ya se había identificado con las ideas emancipadoras de América, y en la noche del 25 de diciembre de ese mismo año asistió a la reunión que se celebró en la hacienda de Chillo de don Juan Pío Montúfar, Marqués de Selva Alegre, en la que los patriotas quiteños acordaron formar una Junta Suprema de Gobierno.
Posteriormente asistió a las reuniones que se celebraron en casa de doña Manuela Cañizares, y consumada la Revolución del 10 de Agosto de 1809 prestó sus valiosos servicios a la nueva Junta Suprema, e influenció con su condición de sacerdote para ganar la voluntad del pueblo en favor de la causa emancipadora.
Poco tiempo duró esta nueva Junta Suprema, y los patriotas quiteños, al no ponerse de acuerdo en las metas y forma de administrarse, acudieron ante el Conde Ruiz de Castilla para que se encargue nuevamente de la Presidencia de la Real Audiencia de Quito, bajo la formal promesa de no tomar represalias en contra de los quiteños.
El 4 de diciembre -olvidando su compromiso- Ruiz de Castilla ordenó que todos los implicados en la Junta fueran hechos prisioneros. Durante el proceso que se siguió en su contra, “al contestar la acusación fiscal formulada contra él, no negó ninguno de los hechos que se le imputaban, los sostuvo afirmando que había intervenido en ellos con el convencimiento de que obraba con razón, derecho, y conforme a las circunstancias políticas en que se hallaba la Presidencia de Quito por efecto de los sucesos de España”
(Manuel María Borrero.- Quito: Luz de América, p. 294-295).
Fue así que, encerrado en los calabozos del Cuartel Real de Lima, el 2 de agosto de 1810 también fue una de las víctimas del sangriento y cobarde Asesinato de los Patriotas Quiteños.