José Rodríguez Labandera
Investigador, inventor y mecánico nacido en Guayaquil en el año 1805.
Fue uno de los primeros alumnos que se inscribieron en la Escuela Náutica de Guayaquil, junto con otros jóvenes que escribirían páginas brillantes en la historia de nuestro país como Luis de Tola y Avilés, José María Urbina y Francisco Robles, entre otros, y al tiempo que iniciaba su carrera naval hizo también estudios de matemáticas, física, náutica y mecánica.
En 1824 egresó y de inmediato se embarcó en la corbeta «Limeña», en la que asistió en auxilio de Lima durante el bloqueo del Callao.
Seis años más tarde lucía el grado de Teniente de Fragata y había logrado gran notoriedad como constructor de juguetes mecánicos. Al año siguiente diseñó y construyó una máquina «especial» para fundición de imprenta, algo parecido a un linotipo con horno para confeccionar tipos; y en 1832 viajó a Lima, Perú, donde trabajó varios años en el diseño de un aparato para navegar «bajo el agua».
En 1838 volvió a Guayaquil y se dedicó a construir su invento con dinero de su propio peculio, y el 18 de septiembre de ese mismo año sorprendió a una gran multitud reunida en el malecón de Guayaquil, cuando en compañía del marino José Quevedo se introdujo dentro de su invento «submarino», y ante el asombro del público se sumergió en las aguas del río Guayas. El entusiasmo popular hizo que se creyera que nuestro compatriota había construido el primer sumergible del mundo, pero ya en 1653, en Holanda y Alemania se habían construido y experimentado con otras naves similares. En el Museo Naval de Guayaquil existe una maqueta del “Hipopótamo”.
En 1844 inventó una máquina tejedora de sombreros de paja toquilla, y al año siguiente construyó con madera una pierna ortopédica accionada por goznes metálicos.
Investigador, inventor y mecánico nacido en Guayaquil en el año 1805.
Fue uno de los primeros alumnos que se inscribieron en la Escuela Náutica de Guayaquil, junto con otros jóvenes que escribirían páginas brillantes en la historia de nuestro país como Luis de Tola y Avilés, José María Urbina y Francisco Robles, entre otros, y al tiempo que iniciaba su carrera naval hizo también estudios de matemáticas, física, náutica y mecánica.
En 1824 egresó y de inmediato se embarcó en la corbeta «Limeña», en la que asistió en auxilio de Lima durante el bloqueo del Callao.
Seis años más tarde lucía el grado de Teniente de Fragata y había logrado gran notoriedad como constructor de juguetes mecánicos. Al año siguiente diseñó y construyó una máquina «especial» para fundición de imprenta, algo parecido a un linotipo con horno para confeccionar tipos; y en 1832 viajó a Lima, Perú, donde trabajó varios años en el diseño de un aparato para navegar «bajo el agua».
En 1838 volvió a Guayaquil y se dedicó a construir su invento con dinero de su propio peculio, y el 18 de septiembre de ese mismo año sorprendió a una gran multitud reunida en el malecón de Guayaquil, cuando en compañía del marino José Quevedo se introdujo dentro de su invento «submarino», y ante el asombro del público se sumergió en las aguas del río Guayas. El entusiasmo popular hizo que se creyera que nuestro compatriota había construido el primer sumergible del mundo, pero ya en 1653, en Holanda y Alemania se habían construido y experimentado con otras naves similares. En el Museo Naval de Guayaquil existe una maqueta del “Hipopótamo”.
En 1844 inventó una máquina tejedora de sombreros de paja toquilla, y al año siguiente construyó con madera una pierna ortopédica accionada por goznes metálicos.