Stiehle Juan Bautista
Religioso nacido en Dachinguen, Alemania, el 1 de junio de 1829, hijo de Tiber y Ana María Stiehle.
Desde temprana edad sintió en él su vocación religiosa, que se puso en manifiesto cuando asistía a la escuela de su pueblo natal. Otra de las aficiones vocacionales que despertaron en él desde esa época fue la de ebanistería, razón por la cual -en vez de ayudar a su padre en las labores agrícolas a las que se dedicaba- prefería frecuentar el taller de su hermano Martín, donde con habilidad extraordinaria tallaba imágenes de Jesús.
Ya para 1847 se había convertido en un acreditado ebanista, razón por la cual fue llamado para desmontar y restaurar los altares de la destruida iglesia de Dachinguen, reconstruyéndolos en la nueva iglesia.
Posteriormente aprendió el oficio de herrero, que practicó solo durante tres años, hasta 1850 en que fue aceptado en la Congregación de los Padres Redentorista, viajando entonces a Téterchen -Alsacia, Francia- donde el 28 de diciembre recibió el habito de la Congregación.
Luego de haber trabajado en diferentes lugares de Francia durante varios años, fue enviado a Cuenca para iniciar la construcción del Convento y la iglesia de la Congregación, llegando a dicha ciudad el 2 de mayo de 1873.
Allí, en Cuenca, el padre Stiehle se entregó enteramente a sus labores trabajando con todas sus fuerzas, conocimientos y habilidades en el arte de la ebanistería y la construcción. Elaboró los planos para muchas obras sagradas de la congregación, en varios países de América latina, y dirigió las obras de construcción en Cuenca y sus alrededores. Traza planos para hospitales, colegios y seminarios; abre nuevos caminos para la actividad social de la iglesia, en el campo de la asistencia a los enfermos, la formación eclesiástica, la educación y la instrucción.
Durante los 26 años que permaneció en el Ecuador, y de manera especial en Cuenca, realizó una ímproba labor en beneficio de la iglesia: En Quito instaló el órgano de la catedral, que había llegado de París, haciendo además toda la estructura de madera para su colocación; y diseñó y fabricó una preciosa Cruz como recuerdo de la misión que los Redentoristas realizaron en el Ecuador.
En Cuenca -ciudad a la que dedicó sus mayores entusiasmos- construyó la Iglesia de San Alfonso de la Comunidad de los Redentoristas, elaboró los planos e inició la construcción del Convento de San Alfonso, construyó el monasterio de El Carmen de San José, que ya no existe; edificó la iglesia gótica de los Sagrados Corazones, ya demolida; delineó la iglesia del Santo Cenáculo, construyó el tramo norte del Seminario Diocesano y trazó los planos de la nueva Catedral, cuya obra dirigió hasta su muerte. Intervino en la construcción del orfanato y del hospital, dirigió la construcción de la escuela de los Hermanos Lasallanos y la escuela de las Madres de la caridad; refaccionó casas vetustas, trazó planos para calles y acueductos y construyó varios puentes, entre otros, el de Sayusí, el del río Burgay y los de Rumihurco y Charasol; el macizo del Machángara, el del Salado y varios más.
Su labor se extendió a otras ciudades como Tarqui y Cojitambo, donde construyó casas y capillas regionales; Cañar, donde construyó la torre de la iglesia, Azogues, donde construyó el Colegio de la Providencia; y Gualaceo, donde construyó el Hospital y el Colegio de las Dominicas.
El talento artístico del Hno. Juan se manifiesta además en múltiples obras talladas en madera, en las que puso toda su habilidad de carpintero y ebanista; entre las más notables se destacan al altar mayor de la iglesia conventual y parroquial de San Alfonso, en Cuenca; el púlpito de la iglesia parroquial del Convento de San Alfonso, en Riobamba; y una preciosa escultura que representa el nacimiento de Jesús, rodeada y adornada por tres ángeles. Esta escultura -que se conserva en el interior de la iglesia de Dachinguen, está considerada como una joya de la comunidad.
Dedicado por completo a la construcción de la Catedral de Cuenca, la muerte lo sorprendió el 20 de enero de 1899.