Calle Manuel de J
Crítico, sociólogo, político, periodista, escritor e historiador, nacido en la ciudad de Cuenca el 24 de diciembre de 1866.
“Años de amargura y pobreza en el hogar abandonado y humilde; hijo furtivo, endeble y estrábico; años de miseria y de orfandad, bajo el pobre abrigo de una mala habitación, sin el calor del padre, el doctor Aguilar, de Paute, que mucho después, cuando Calle caminaba ya derecho por las sendas de la fama, quiso reconocerlo como hijo legítimo, y a lo cual se negara con natural indignación, respondiéndole: -¿Para qué ahora, cuando valgo por mí mismo y no necesito de su ayuda o protección y menos aun de su apellido?
Realizó sus estudios en el Colegio Seminario de su ciudad natal, donde tuvo como maestro de retórica al eminente sabio e historiador Federico González Suárez, con quien años más tarde sostuvo inteligentes y acaloradas polémicas.
Desde su época de estudiante empezó a manifestar sus primeras inquietudes periodísticas, y así, cuando apenas tenía 18 años de edad publicó un pequeño periódico llamado “El Pensamiento”, que fue considerado por sus profesores como irreverente. Pocos años después, en 1888 fundó un nuevo periódico al que llamó “La Libertad”, a través del cual -con lenguaje ironizante- logró impactar poderosamente en la conciencia del pueblo.
A la edad de 26 años comprendió que el medio cultural de Cuenca era demasiado estrecho para desarrollar sus inquietudes literarias -que ya habían receptado la influencia de las corrientes ideológicas liberales de la época-, por lo que en busca de nuevos y más amplios horizontes se trasladó a vivir en Guayaquil donde en 1892 fundó el semanario liberal “El Intransigente”. Prestigió además con sus artículos periodísticos las columnas de “El Diario de Avisos” y de “El Telégrafo”.
Por esos años inició también una violenta y tenaz campaña para combatir al gobierno progresista del Dr. Antonio Flores Jijón, y en 1895 tomó las armas para combatir, junto a Julio Andrade, en favor de la Revolución Liberal.
Como escritor desarrolló una intensa labor en beneficio del periodismo y las letras ecuatorianas, fundando nuevos periódicos como: “El Correo Nacional” (1895), en Quito, “La Semana Literaria”, “El Nuevo Régimen” (1896-97) y, “La Revista de Quito” (1898).
Publicó también importantes obras literarias como: “Figuras y Siluetas”; “Leyendas del Tiempo Heroico”, “Leyendas Históricas”, “Biografías y Semblanzas”, y “Los Dominicos Italianos”.
“A lo largo de su vida entabló fuertes polémicas con destacadas personalidades de la época. Casi nunca fue derrotado en ellas. Su talento, su ingenio, su vivacidad, su valentía y grandeza, siempre lo sacaban avante.
Caracterizando a sus ataques y a sus réplicas con la valentía, con su peculiar agradable colorido, y no pocas veces, con el desconcertante vuelo de una fantasía destrozadora, llegaba a sus enemigos pulverizándolos con inclemencia cruel, mordaz y certera.
Talvez es innegable que muchas veces erró y que no pocas atacó injustamente, pero así como esto es innegable, es también un hecho positivo, cierto, del que no cabe dudar, que la fecundidad prodigiosa de su talento, derramada a raudales por su pluma de Maestro, dio lustre y prestigio a las letras ecuatorianas” (L. Salazar T.- Una Comarca y sus Destellos, p. 160).
Nació y vivió en la pobreza, y acosado por una grave enfermedad producto de la vida bohemia que siempre llevó, la muerte lo venció en Guayaquil el 6 de octubre de 1918.
En los días siguientes todo el pueblo ecuatoriano le tributó su aprecio en un corto y significativo lamento: “…ha muerto el que hacía las CHARLAS…”.