Monumento a Vicente Rocafuerte (Guayaquil)
La estatua dedicada a la memoria del Dr. Vicente Rocafuerte, se levanta en la tradicional Plaza de San Francisco, ubicada en intersección de la Av. 9 de Octubre y Pedro Carbo.
La obra empezó a planificarse a mediados de 1873, y así consta en el documento 0000078 que reposa en el tomo 1035 de Diversos Funcionarios 1877,78,79 1887, de la Biblioteca Municipal de Guayaquil; y que -en sus párrafos más determinantes dice así:
Origen de ella
El 12 de octubre de 1873, el Sr. J. P. Intriago, Comandante de la Compañía del Cuerpo de Bomberos “Guardias de la Propiedad” convocó i reunió en el local de la Compañía a más de treinta caballeros de la localidad a quienes remitió la idea de la erección de una estatua a don Vicente Rocafuerte, mediante suscripción popular.
Aceptada esa idea, el mismo Sr. Intriago nombró una comisión que se encargaría de llevarla a cabo colectando los fondos necesarios. La comisión, compuesta por los Sres. Vicente de Santistevan, Federico Cornejo, Eduardo Wright, Agustín Coronel, Angel Tola, y Pedro I. Aguilar nombró Presidente al Sr. de Santistevan, Vicepresidente al Sr. Cornejo y Tesorero Secretario al invitador Sr. Intriago…
El costo total de la obra fue de unos trescientos mil i pico de pesos, según cuenta publicada en uno de los periódicos de esta ciudad.
El “Comité Pro Monumento a Don Vicente Rocafuerte” encargó al ingeniero y artista francés, Aime A. Millet, el diseño y la construcción del monumento, así como los bajorrelieves en bronce que ornamentarían el pedestal de granito sobre el cual se levantaría el monumento.
Como la financiación del monumento se haría por suscripciones voluntarias, la reacción de la ciudadanía no se hizo esperar y para el 7 de mayo de 1874, según hace constar diario Los Andes -que entonces circulaba en Guayaquil- en su edición del 20 de mayo del mismo año, la recaudación llegaba a los 6.707 pesos. Es preciso destacar que las donaciones llegaban de personas de toda condición social y económica, en una gama que cubría desde los 200 hasta los 0.50 pesos, y que no provenían solo de Guayaquil, pues Santa Elena, Baba, Daule, Montecristi, Balao, Machala y otras poblaciones también se hicieron presentes.
Ya para 1879 se había reservado, en la Plaza de San Francisco, el lugar donde se levantaría dicho monumento, y así lo hace constar diario La Nación en su edición del 29 de mayo de ese año, señalando además que: “Según sabemos, dicha estatua ha salido ya de uno de los puertos de Francia para el nuestro, y hay esperanzas de que sea inaugurada en el presente año, el día 9 de octubre, aniversario de nuestra independencia”.
Este sitio fue escogido por considerárselo uno de los principales de la ciudad y el más adecuado para rendir homenaje a la memoria de uno de los más grandes ecuatorianos.
Por motivos de logística el monumento no pudo llegar a muestro puerto en la fecha prevista y menos aún se pudo realizar su inauguración, pues apenas el 8 de noviembre de se mismo año, a bordo del buque francés “Havre” llegaron a Guayaquil tanto el monumento como los bajo relieves, y de inmediato se iniciaron los trabajos de cimentación, en el centro de la plaza, en el sitio que previamente le había sido asignado. “Sentimos tener que deplorar que esta (la cimentación) sea de madera. La experiencia a demostrado que por buena que sea la calidad de esta, a flor de tierra se pudre a los pocos años…”
(La Nación, Nov. 10 de 1879, p. 3).
A pesar de esa observación, en la edición del día siguiente del mismo periódico se señala que “Antes de colocar la estatua sobre la base, creemos deberían depositarse los documentos en que constara la fecha de la inauguración, como los motivos que ha tenido la ciudad de Guayaquil, para levantar aquel monumento; quienes han suscrito cantidades, etc.”
Las observaciones de La Nación con relación a la base del monumento hicieron eco en el Comité de la Estatua de Rocafuerte, que en sesión del 19 de noviembre que se instaló en casa del don Idelfonso Coronel con la presencia -entre otro- del Presidente del Comité Sr. Federico Cornejo; los señores Emilio Murillo, Francisco J. Coronel, el Crnel. Lucas Rojas, así como el escultor Millet y el carpintero encargado de la construcción de la base, José Tolozano.
Luego de largas discusiones y razonamientos, el Comité de la Estatua de Rocafuerte aceptó los argumentos presentados por el escultor Millet y el carpintero Tolozano y “acordó unánimemente que la que la estatua se colocara en la base que se ha hecho de cascajo y mesa de madera negra, cubriendo esta con una capa de cimiento romano, para evitar que quede expuesto a la influencia del aire y de la lluvia”.
No habiendo nada más que tratar, se levantó la sesión y firmaron para dar fe de lo acordado, los señores Federico Cornejo y J. P. Intriago, Presidente y Tesorero Secretario, respectivamente.
Un mes más tarde la estatua ya se erguía sobre su base y Guayaquil se preparaba para la inauguración de su primer monumento público. El diario La Nación, en su edición del miércoles 24 de diciembre de 1879, anticipó lo que sería dicho acto: “A las 9 de la mañana el gobernador descubrirá la estatua, las bandas tocarán el Himno Nacional y el Ejército presentará las armas, permaneciendo así hasta que termine la ceremonia”.
Y así fue, en la mañana del 1 de enero de 1880, en solemne ceremonia a la que asistieron no solo las principales autoridades de la ciudad sino, una gran mayoría de guayaquileños, el Gobernador del Guayas, Sr. José Sánchez Rubio, autorizado por el Gobierno Supremo que presidía el Gral. Ignacio de Veintemilla, procedió a desvelizar el monumento.
En el momento en que se descubrió la estatua, la Brigada de Artillería hizo el saludo de honor de 21 cañonazos, que se repetiría a las 12 del día y luego a las 6 de la tarde.
Al año siguiente y para proporcionar al monumento un marco adecuado a su belleza e importancia, el Municipio dispuso que la Plaza de San Francisco fuese adoquinada.
Posteriormente -dentro de la misma plaza- fue cambiada la ubicación del monumento, situándose hacia la esquina de la Av. 9 de Octubre y Pedro Carbo.
A pesar de las varias movilizaciones que ha sufrido, el monumento conserva de forma aproximada, la orientación hacia el Este; lo cual constituía una costumbre en la monumentalidad urbano-arquitectónica de la estatuaria guayaquileña del siglo XIX y comienzos del XX.
La figura de Rocafuerte, elaborada en bronce, se levanta sobre un pedestal de basalto negro que a su vez sustenta un fuste de mármol rojo, en el que se destacan alegorías que representan pasajes de la vida del ilustre repúblico guayaquileño.
Vale la pena anotar que el Monumento a Vicente Rocafuerte fue lo único que se mantuvo en pié y se salvó durante el Incendio Grande que en 1896 arrasó con Guayaquil.