Pedro de la Gasca
Político, militar y religioso español nacido en el año 1485 en un pueblo pequeño de Castilla la Vieja, llamado Navarragadilla.
Había estudiado en las célebres universidades de Alcalá y Salamanca, y posteriormente desempeñó cargos muy importantes en el Arzobispado de Toledo y comisiones muy difíciles en el Reino de Valencia.
A mediados de 1546 fue enviado por el Rey de España para aplacar los levantamientos armados que, comandados por Gonzalo Pizarro, pretendían poner fin a la autoridad y soberanía de la Corona Española en la Real Audiencia de Quito y en el Perú.
Llegó a Quito a principios de 1547, “sin más armas, según él decía, que su estola y su brevario, aunque en realidad disponía del arma más efectiva para los españoles tan ávidos de posición social como de fortuna: Poderes más amplios que los de un Virrey, que hasta cédulas firmadas en blanco por Carlos V trajo consigo. Gracias a estos amplios poderes podía ofrecer los mismos halagadores premios que movieron la conquista”
(Julio Estrada.- Andanzas de Cieza por Tierras Americanas, p. 80).
Su entrada en Quito se produjo en momentos en que las fuerzas de Pizarro tenían dominada la ciudad luego de haber vencido y decapitado al Virrey Blasco Núñez de Vela, pero poco a poco, con astucia e inteligencia fue dividiéndolas y enfrentándolas entre ellas hasta que finalmente las debilitó totalmente. Pizarro logró escapar al Perú, pero capturó a uno de sus principales ayudantes, Pedro de Puelles, a quien hizo ejecutar el 29 de mayo de ese mismo año.
Inmediatamente organizó un poderoso ejército con el que marchó en persecución de Pizarro, a quien alcanzó y venció definitivamente en Jaquijaguana (Cuzco-Perú), el 9 de abril de 1548, y al día siguiente lo hizo ejecutar.
Luego de permanecer durante quince meses en Lima reorganizando y nombrando a las autoridades respectivas, volvió a España con el tesoro real y llegó a Sevilla cuatro años después de haber partido a cumplir su delicada misión pacificadora.
“Grande fue la sensación que su llegada causó en todo el país. Apenas se podía creer, que resultados tan importantes se hubiesen obtenido por un solo hombre, en tan corto tiempo. Un pobre eclesiástico sin ayuda del gobierno había por sí solo vencido una rebelión que desafiaba con las armas el poder de España. El Emperador Carlos V, que se hallaba en Flandes, lo hizo ir a su presencia para oír de sus propios labios los particulares de su expedición. Lo recibió, como era de esperarse, de una manera que expresaba su reconocimiento. Poco después lo nombró Obispo de Palencia; y en 1561 fue promovido al Obispado de Sigüenza”
(Aguirre Abad.- Bosquejo Histórico de la República del Ecuador, p. 132).
Consagrado al ejercicio de sus labores pastorales, el obispo Pedro de la Gasca murió en Valladolid, España, en noviembre de 1567; y fue enterrado en la Iglesia de Santa María Magdalena, que él había edificado y dotado liberalmente.