Saraguro

Cantón de la provincia de Loja.

La historia del pueblo de Saraguro está basada en raíces auténticamente indígenas, y constituía un importante asentamiento que ya existía cuando los españoles iniciaron la conquista. Al establecerse la colonia fue rebautizada con el nombre de «El Pueblo del Apóstol San Pedro de Saraguro» y anexada al Corregimiento de Loja.

Situado en las faldas del Puglla, a 2.690 m sobre el nivel del mar, en los primeros años de la colonia logró un importante desarrollo debido principalmente a las bondades de su suelo. «El pueblo de Saraguro fue otro de los principales; grande, populoso i bueno. Vivían en él muchas familias españolas acomodadas, i gobernadas por un teniente nombrado por la audiencia real»

(Manuel Villavicencio.- Geografía de la República del Ecuador, p. 240).

Sus valerosos hijos proclamaron su independencia el 10 de marzo de 1822, pero en 1829, durante la guerra Perú-Grancolombiana se pusieron del lado peruano y respaldaron al Gral. La Mar, por lo que luego de la Batalla de Tarqui, el ordenó que la población sea incendiada.

Reconstruida posteriormente, durante los primeros años de la República logró un importante desarrollo, y el 10 de junio de 1878 la Convención Nacional reunida en la ciudad de Ambato expidió el decreto de su cantonización, que fue sancionado por el Jefe Supremo, Gral. Ignacio de Veintemilla. En la actualidad el cantón está integrado por las parroquias rurales El Paraíso de Celén, El Tablón, Lluzhapa, Manú, San Antonio de Cumbe, San Pablo de Tenta, San Sebastián de Yúluc, Selva Alegre y Urdaneta (Paquishapa).

Basa su economía principalmente en la agricultura, a la cual se dedicaron sus habitantes desde tiempos inmemoriales, antes de que los españoles iniciaran la conquista del Reino de Quito, y su nombre significa “Olla de Maíz”.

Los indios Saraguros son vigorosos, consagrados exclusivamente a la agricultura, y visten con sumo aseo y relativa elegancia. Conservan religiosamente sus tradiciones desde los tiempos coloniales, y aun cuando en su trato con los blancos se manifiestan amables, se puede apreciar que prefieren mantener con ellos prudente distancia y pocas relaciones. En sus matrimonios, bautizos, fiestas, etc., observan escrupulosamente sus costumbres ancestrales.

En la actualidad muchos de sus pobladores se han dedicado a la elaboración de sombreros y tejidos finos de lana, a los que gracias a una técnica especial -sólo por ellos conocida- logran darles consistencia e impermeabilidad, para que resistan las lluvias sin sufrir ningún deterioro.