Yela Lofredo de Klein
Escultora guayaquileña nacida el 22 de julio de 1924, hija del señor Salvatore Loffredo y de la señora Julia Rodríguez Coello.
Todos sus estudios los realizó en Guayaquil: la primaria en la Escuela Municipal No. 4 “Manuel María Valverde”, y la secundaria en el “Colegio Nacional Guayaquil”, donde se graduó de Bachiller.
La infancia de “Angela” -que es su nombre de pila- fue muy dura; su padre murió cuando ella tenía doce años de edad, y su madre en el terremoto de 1942; poco tiempo después contrajo con el Sr. Paul Klein, Juez Mundial de Ajedrez, con quien tuvo cinco hijos.
Años después, el maestro Hans Michaelson –que era amigo de la familia- descubrió casualmente sus aptitudes artísticas: Entonces acudió a la Escuela de Bellas Artes de Guayaquil donde -bajo la dirección Michaelson y la del maestro Alfredo Palacio- inició el aprendizaje de las técnicas escultóricas, a las que ella les dio su toque personal e individualista, que la convertiría en una de las primeras y más importantes artistas plásticas del Ecuador. También estudió Arqueología en la Casa de la Cultura Núcleo del Guayas, bajo la atenta y sabia dirección de los investigadores y arqueólogos Carlos Zevallos Menéndez y Francisco Huerta Rendón.
Desde el primer momento Yela supo impregnar a su obra la belleza propia de una inspiración inquieta. Traviesa en las formas, en 1966 asistió a la Gran Muestra Nacional “Testimonio Plástico”, que se realizó en Guayaquil, donde criterios encontrados y disímiles cayeron rendidos ante las nuevas formas expuestas. Poco tiempo más tarde asistió al “Testimonio Plástico” de Quito, donde el concepto renovador su obra tuvo “nobleza plástica y sutil intensidad expresiva”
“Su soplo vital tuvo que manifestarse en las formas, simular el movimiento, animar lo inanimado con líneas y perfiles sugerentes, con los elementos de la abstracción que, contra lo que se diga y por lo que está demostrado, no es un factor de deshumanización, sino que pasa a ser lo contrario”
(Fernando Cazón Vera).
Para finales del 69 Yela se presenta estilizada, contundente pero delicada, mucho más expresiva, mucho más conceptual. Su obra ha adquirido carácter y personalidad, es tan propia que la firma pasa a ser algo secundario, no hace falta verla para saber que se trata de Yela. “A una estilización cada vez más segura, une un esfuerzo de purgación. La exposición “Ternura” (1971) marca el momento decisivo: Se siente que la artista ha decidido aligerar sus piezas de un peso excesivo de sentimentalismo y anécdota fácil”
(Hernán Rodríguez Castelo.- Revista Diners No. 58, Marzo de 1987).
Los años siguientes fueron vertiginosos, febriles, incansables; y trabajó sin parar creando obras de inigualable belleza, que fueron presentadas en exposiciones individuales en las salas y galerías más importantes no solo del Ecuador, sino, además, de Roma, Moscú, París, Miami, Washington, México, Buenos Aires, Lima y La Habana.
“En Ecuador, Yela Lofredo de Klein es sinónimo de talento, superación y desprendimiento. Su posición ante el arte es multifacética y su trayectoria brillante. Para los ecuatorianos, Yela es una bandera que ondea para nuestro orgullo en colecciones en todo el mundo, desde las que se exhiben en el Museo Puskin de Moscú, hasta las que se admiran en Viena, México y Buenos Aires”
(Victoria Puig de Lange.- Aboard, mayo de 1988).
Pero Yela -que veía el arte como algo que va mucho más allá del individualismo y de la expresión personal- no se había conformado con ser simplemente una gran artista; había sentido también la necesidad de impulsar el desarrollo de las artes guayaquileñas, y obedeciendo a ese particular deseo había creado, en 1966, la Asociación Cultural Las Peñas, de la cual fue su primera Presidenta; por esa misma razón, en 1978 fue designada Directora del Departamento Cultural de la Escuela Superior Politécnica del Litoral (ESPOL), donde se empeñó en coordinar y organizar diversos actos de danza, teatro y música popular ecuatoriana, con el objetivo de mantener vigente el acervo cultural ecuatoriano y un acercamiento más personal entre el público y los artistas.
La década del 80 fue una de las más fecundas en cuanto a su trabajo, especialmente 1984, en que presentó su exposición individual “Sinfonía de las Formas”, que mereció aplausos, elogios y las mejores críticas.
“Ella sabe imprimirle a sus esculturas una deliciosa cadencia y una notable expresividad. Con su espíritu armonioso es capaz de conjugar así sus trabajos, que gozan de vida plena y sensitiva, relatándonos un medio, unas gentes, unas costumbres que, por la fuerza de la mano creadora –mano de artista, no de mujer o de hombre, en suma- se proyectan hacia los demás, hacia el mundo”
(Luis Martínez-Zalacaín).
Por su trabajo, por su constante y sacrificada lucha, por enfrentar y vencer los desafíos y por su maravilloso aporte al arte y la cultura; Yela ha sido merecedora del reconocimiento general y ha recibido, entre muchas distinciones más, la Condecoración Al Mérito Artístico de la M.I. Municipalidad de Guayaquil, y la Condecoración de la Orden Nacional al Mérito, en el Grado de Comendador, en 1975; el Premio Luz de América, 10 de Agosto de 1992, en Miami; la Medalla Estrella de Guayaquil y el Diploma del Círculo de Periodistas Guayaquil, en 1998; Diploma de la Fuerza Terrestre y de la División del Ejército “Libertad” en reconocimiento a su altruismo y espíritu cívico de colaboración, en 1999. Ese mismo año el Gobierno del Dr. Jamil Mahuad le otorgó el “Premio Eugenio Espejo”, en reconocimiento a su talento y dedicación a impulsar y desarrollar las artes plásticas en el Ecuador.
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